Preces de los Fieles (D. 28º TO C 09.10. 2016): “Conocimiento interno de tanto bien recibido”

Levántate, vete, tu fe te ha salvado”, le dice Jesús a un leproso agradecido. Este hombre descubrió algo tan humano como agradecer el bien recibido. Los otros van al templo porque creen que los ritos y los actos religiosos son los que valen y curan. Pidamos ser agradecidos con Dios y con nuestros semejantes diciendo: “Danos, Señor, `conocimiento de tanto bien recibido´”

Por la Iglesia:
- que sea humana: agradecida a todos los que han trabajado y trabajan por el Reino de Dios;
- que no margine a nadie, escuche y atienda toda petición evangélica.
Roguemos al Señor: “Danos, Señor, `conocimiento de tanto bien recibido´”.

Por el Papa, obispos y presbíteros:
- que vivan la “misericordia, ley fundamental que habita en el corazón de cada persona”;
- que “miren con ojos sinceros al hermano” que pide ser liberado del celibato, no del ministerio.
Roguemos al Señor: “Danos, Señor, `conocimiento de tanto bien recibido´”.

Por nuestro pueblo:
- que nos valoremos como don divino y apreciemos el bien de todos;
- que seamos responsables de los bienes comunes: calles, instituciones, servicios...
Roguemos al Señor: “Danos, Señor, `conocimiento de tanto bien recibido´”.

Por los estudiantes y profesores:
- que sean agradecidos y responsables de tanto bien como reciben y dan;
- que sean comunidad educativa verdadera, de ayuda mutua y esfuerzo común.
Roguemos al Señor: “Danos, Señor, `conocimiento de tanto bien recibido´”.

Por el mundo del trabajo:
- que todos puedan trabajar y que todos trabajen honradamente;
- que las condiciones del trabajo sean humanas, justas, satisfactorias...
Roguemos al Señor: “Danos, Señor, `conocimiento de tanto bien recibido´”.

Por esta celebración:
- que nos humanice, reconociendo los bienes recibidos;
- que nos unamos a Jesús dando gracias al Padre-Madre Dios por tantos bienes.
Roguemos al Señor: “Danos, Señor, `conocimiento de tanto bien recibido´”.

Queremos, Señor vivir la “Misericordia, la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida” (M. vultus, n. 2). Como hacías tú, Jesús, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Rufo González
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