Al bautizarnos, fuimos sumergidos en el Espíritu de Jesús. En cada eucaristía, renovamos el bautismo. Aceptamos la mente y el corazón de Jesús, le damos gracias por creer en él, le pedimos ser fieles a su amor. Pidamos, una vez más, vivir como él, diciendo: “En la vida y en la muerte somos tuyos, Señor” (Rm 14, 8).

Por la Iglesia:
- que acoja a todos, como hacía Jesús;
- que proteja especialmente a los más desvalidos.
Roguemos al Señor: “En la vida y en la muerte somos tuyos, Señor” (Rm 14, 8).

Por la convivencia en el interior de la Iglesia:
- que se respeten los derechos humanos;
- que el amor sea el criterio básico de comportamiento.
Roguemos al Señor: “En la vida y en la muerte somos tuyos, Señor” (Rm 14, 8).

Por la reforma evangélica de la Iglesia:
- que seamos capaces de discernir lo que el Espíritu dice a la Iglesia;
- que haya transparencia, sobre todo, en quienes presiden las comunidades.
Roguemos al Señor: “En la vida y en la muerte somos tuyos, Señor” (Rm 14, 8).

Por los estudiantes:
- que sean amigos de la verdad y la vida;
- que trabajen, investiguen, crezcan en honradez y generosidad.
Roguemos al Señor: “En la vida y en la muerte somos tuyos, Señor” (Rm 14, 8).

Por el curso parroquial:
- que pongamos a disposición de los hermanos nuestras personas;
- que cuidemos los grupos de actividad parroquial;
Roguemos al Señor: “En la vida y en la muerte somos tuyos, Señor” (Rm 14, 8).

Por esta celebración:
- que nos empape del Espíritu de Jesús, acogedor, curativo, acompañante...;
- que sintamos su ánimo, su calor, su alegría, su paz...
Roguemos al Señor: “En la vida y en la muerte somos tuyos, Señor” (Rm 14, 8).

Sí, Jesús de todos. “En la vida y en la muerte somos tuyos, Señor”. Queremos ser testigos tuyos, manos tuyas, pies tuyos, palabra tuya. Que tu Espíritu llene nuestro espíritu y nos ayude a vivir como tú, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Rufo González