Preces de los Fieles (D. 6º C TO 2ª Lect. 17.02.2019): Viviremos siempre en el Amor

Cada domingo renovamos la pascua de Jesús. Las velas de la mesa-altar nos recuerdan el cirio pascual, signo de la presencia viva de Jesús resucitado entre nosotros.“Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto” (1Cor 15, 20). Pidamos la esperanza de Jesús, diciendo: “ni muerte ni vida puede separarnos del amor de Dios” (Rm 8, 38s).

Por la Iglesia:
- que esté cerca de los más débiles, con el amor de Jesús;
- que su vida sea diálogo, propuesta y convocatoria a vivir como Jesús.
Roguemos al Señor: “ni muerte ni vida puede separarnos del amor de Dios”.

Por los servidores de la Iglesia (Papa, obispos...):
- que reconozcan los dones de Dios, los respeten y promuevan;
- que eviten el sufrimiento, la humillación, el despotismo...
Roguemos al Señor: “ni muerte ni vida puede separarnos del amor de Dios”.

Por nuestros pueblos:
- que tengan sentido comunitario, preocupación por la vida de todos;
- que cuidemos los valores y la dignidad de todos.
Roguemos al Señor: “ni muerte ni vida puede separarnos del amor de Dios”.

Por la educación de niños y jóvenes:
- que sean iniciados en los derechos y deberes humanos;
- que sus padres y profesores sean ejemplo de esfuerzo y honradez.
Roguemos al Señor: “ni muerte ni vida puede separarnos del amor de Dios”.

Por los enfermos, parados forzosos, sin techo...:
- que sean centro de nuestras comunidades cristianas;
- que sepamos transmitirles nuestro consuelo y ayuda.
Roguemos al Señor: “ni muerte ni vida puede separarnos del amor de Dios”.

Por esta celebración:
- que percibamos la presencia de Jesús en medio de nosotros;
- que su Espíritu nos anime a vivir como Jesús.
Roguemos al Señor: “ni muerte ni vida puede separarnos del amor de Dios”.

Fortalece, Señor, nuestra esperanza de que “volverás a vernos y se alegrará nuestro corazón
y nadie nos quitará nuestra alegría”. Ilumina, Jesús resucitado, nuestra vida con tu amor sin límites. Alimentas nuestra esperanza,“Señor mío y Dios mío” (Jn 20,28), que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Rufo González
Leganés, febrero 2019
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