Aquí, en la iglesia, en la asamblea cristiana, nos llamamos hermanos. Pero en la vida no vivimos como hermanos. Sigue habiendo ricos y pobres, poderosos y marginados, privilegiados y excluidos... Hemos de trabajar por la fraternidad. Pidamos tener el mismo Espíritu de Jesús, diciendo: “Danos tu corazón y tu alma”.

Por la Iglesia:
- que vuelva al evangelio de la fraternidad, sin clérigos ni laicos;
- que escuche el Espíritu de Jesús que a todos concede la misma dignidad.
Roguemos al Señor: “Danos tu corazón y tu alma”.

Por los diversos servicios o ministerios eclesiales:
- que ninguno esté por encima ni almargen de la comunidad;
- que todos sivran al Pueblo de Dios de forma gratuita.
Roguemos al Señor: “Danos tu corazón y tu alma”.

Por los niños y jóvenes que inician el curso:
- que sean educados en el trabajo bien hecho, en el esfuerzo, en la honradez;
- que sus profesores sean modelos abnegados de edcación.
Roguemos al Señor: “Danos tu corazón y tu alma”.

Por el gobierno de los pueblos:
- que sea transparente y beneficioso para todos;
- que busquen la paz, la solidaridad, la vida para todos.
Roguemos al Señor: “Danos tu corazón y tu alma”.

Por los más débiles de la sociedad:
- que sean comprendidos y atendidos en sus necesidades básicas;
- que nuestra comunidades cristianas les acojan y protejan.
Roguemos al Señor: “Danos tu corazón y tu alma”.

Por esta celebración:
- que sea participativa, abierta a la intervención de todos;
- que sintamos el Espíritu fraternal de Jesús.
Roguemos al Señor: “Danos tu corazón y tu alma”.

Jesús glorioso, amigo siempre de los pobres. Que tu Espíritu siga alentando y sosteniendo estos encuentros semanales en toda la Iglesia, y que estos encuentros nos comprometan en tu amor. Te lo pedimos a ti, Jesús resucitado, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Rufo González