Creemos, como Jesús, en el Amor original que hace existir “La Trinidad es la mejor comunidad” (Santísima Trinidad 12.06.2022)

Hay “dioses” increíbles humanamente

Comentario: “El Espíritu recibirá de lo mío y os lo anunciará” (Jn 16,12-15)

Jesús, en el texto de hoy, habla como Hijo del Padre, con quien comparte todo: “todo lo que tiene el Padre es mío”. Y habla también del “Espíritu de la verdad”, que “nos guiará, hablará de lo que oye...”. El evangelio no es una reflexión teológica sobre el misterio de Dios, ni sobre la Trinidad. Es la narración de cómo vive Jesús y de su propuesta de bien vivir. Pretendía llevar a cabo la “voluntad del Padre”: “mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra” (Jn 4,34). Esa voluntad la sentía iluminada y sostenida en su conciencia por la fuerza divina que le habitaba:  “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4,18s).

A Dios nadie lo ha visto jamás” es un dato básico del evangelio de Juan (Jn 1,18). Los creyentes creen oír su voz en la naturaleza y en la historia. Están convencidos de que hay Alguien que sostiene, envuelve y abraza toda realidad. El agudo pensador L. Wittgenstein  (1889-1951), positivista y analista del lenguaje, reconocía que “creer en Dios significa que no todo puede reducirse a los hechos de este mundo”. Aceptaba que existe lo místico (Dios), el sujeto metafísico, los valores morales y estéticos, pero están más allá de lo que se puede decir. Lo metafísico se muestra pero no se puede contar, de lo metafísico sólo cabe el silencio. “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse” (Tractatus, 7).

No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído (He 4,20). Era la respuesta de los apóstoles ante la prohibición del Sanedrín de “predicar y enseñar en el nombre de Jesús” (He 4,18). Igualmente, los creyentes de hoy no podemos hacer caso a los que en nombre de la ciencia demostrable empíricamente, prohíben hablar de la vida y propuesta de Jesús. Seguimos reconociendo que el Misterio “no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos” (He 17, 27-28). Creemos, como Jesús, en el Amor original que hace existir, en la Libertad última que confía en nosotros, en la Matriz infinita que quiere nuestro bien, en el Padre-Madre en quien confiar como los niños en sus padres. Cierto que la imagen de Dios está sujeta a deformaciones: proyectamos en ella miedos, rencores, ambiciones..., categorías sociales de poder, honores, prestigio, trabajo, etc. La historia ofrece formas religiosas que han aplastan el deseo de plenitud, de libertad y dicha que sentimos los seres humanos. Hay “dioses” increíbles humanamente.

Jesús experimenta y entiende a Dios como Amor. Le llama Padre y confía plenamente en él. Libera de lo inhumano. Está en la intimidad personal (Mt 6,6). No castiga; ama y perdona gratis (Mt 18,27). No actúa como juez, sino que “no quiere que se pierda nadie” (Mt 18,12-14). No domina, sino que promociona la ayuda mutua (Jn 13,12-15). La gloria de Dios es “gracia y verdad” en toda ocasión (Jn 1,14), "personas viviendo en plenitud” (san Ireneo). “Dios es Espíritu”, es decir, amor activo (Jn 4,24). “Dios es amor” (1Jn 4,8).

Hoy celebramos la vida de Dios. Jesús nos ha revelado que Dios es comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. “La Trinidad es la mejor comunidad”, la mejor familia. Los cristianos somos llamados a su comunión. Diálogo, participación, amor mutuo, dignidad común, diversidad... son ideales cristianos. Igualdad, libertad, fraternidad...son sustancia del Reino de Dios. Eso es lo que pretendía Jesús. Es la inspiración fundamental para la Iglesia y la sociedad. 

Oración: “El Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará” (Jn 16,12-15)

Hoy, Jesús resucitado, nos introduces en el corazón de Dios:

hablas del Padre: “todo lo que tiene el Padre es mío”;

y del “Espíritu de la verdad

que nos guiará hasta la verdad plena...,

hablará de lo que oye...

Tú, Jesús de Nazaret, muestras el Misterio divino:

mi Padre sigue actuando y yo también actúo” (Jn 5, 17);

el Padre mismo os quiere,

porque vosotros me queréis

y creéis que yo salí de Dios” (Jn 16, 27);

quien me ha visto a mí ha visto al Padre...

Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia.

El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras.

Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí.

Si no, creed a las obras” (Jn 14, 9-11)

Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito,

que esté siempre con vosotros,

el Espíritu de la verdad.

El mundo no puede recibirlo,

porque no lo ve ni lo conoce;

vosotros, en cambio, lo conocéis,

porque mora con vosotros y está en vosotros.

No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros.

Dentro de poco el mundo no me verá,

pero vosotros me veréis y viviréis,

porque yo sigo viviendo.

Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre,

y vosotros en mí y yo en vosotros” (Jn 14, 16-20).

Te hemos oído “lleno de alegría en el Espíritu Santo:

`te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,

porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos,

y se las has revelado a los pequeños´” (Lc 10,21, y par.).

Te hemos contemplado:

echando los demonios con el dedo de Dios” (Lc11,20; Mt 12,28)

reconociendo que quien no ve tu Amor gratuito,

blasfema contra el Espíritu Santo” (Mc 3,28-30);

gritando: «el que tenga sed, que venga a mí

y beba el que cree en mí;

`de sus entrañas manarán ríos de agua viva´»” (Jn 7,37-38).  

Hoy, Jesús, te agradecemos la muestra de Dios en tu vida:

el bautismo que nos consagra al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo;

la comunión santa, donde lo diverso es unido en el amor mutuo;

comunión abierta a toda realidad;

“pueblo reunido en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”

(San Cipriano -De dominica oratione, 23-, recogido en LG 4).

Preces de los Fieles (Santísima Trinidad  12.06.2022)

A Dios nadie lo ha visto jamás (Jn 1,18). Para nosotros el Misterio llamado “Dios” es el Padre de Jesús, es Jesús, el Hijo de Dios, y es el Espíritu del Padre y el Hijo. Esta fe da sentido a la vida, a la libertad, al trabajo, a la sociedad... Pidamos que Padre, Hijo y Espíritu Santo iluminen nuestra vida, diciendo: “queremos vivir en Amor”.

Por la Iglesia:

- que respete y promueva la libertad humana;

- que proclame a los cuatro vientos la Buena Noticia de Jesús.

Roguemos al Señor: “queremos vivir en Amor”.

Por las intenciones del Papa (Junio 2022):

- que las familias sean “ámbitos” de amor, de respeto, de crecimiento humano.

- que “las familias cristianas, con gestos concretos, vivan la gratuidad del amor

y la santidad en la vida cotidiana”.

Roguemos al Señor: “queremos vivir en Amor”.

Por los dirigentes religiosos:

- que tenga espíritu, libre de fanatismo y violencia;

- que cuiden la dignidad humana y la dicha de los más pobres.

Roguemos al Señor: “queremos vivir en Amor”.

Por nuestra sociedad:

- que aparte como inhumana toda violencia;

- que construya trabajos decentes, bien remunerados.

Roguemos al Señor: “queremos vivir en Amor”.

Por las comunidades de “vida contemplativa”:

- que sean modelos de comunidad cristiana (“ora et labora”);

- que pidan por todos los carismas, regalos del Espíritu divino.

Roguemos al Señor: “queremos vivir en Amor”.

Por esta celebración:

- que nos dé a sentir el amor del Padre, la fraternidad del Hijo, la unidad del Espíritu;

- que nos aporte comunión con los parados, con las víctimas de la violencia...

Roguemos al Señor: “queremos vivir en Amor”.

Que la libertad del Padre, la fraternidad del Hijo y la comunión del Espíritu presidan toda vida, animen a hacer el Reino de la paz, del trabajo para todos, del cuidado y sustento de toda vida, de la libertad y la cultura... Por los siglos de los siglos.

Amén.

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