“¿Cuándo lograrás poner ante tus ojos los sufrimientos de los pobres?” La codicia egoísta no es cristiana

Domingo 18º C TO 2ª Lect. (04.08.2019)

Comentario: “os habéis revestido de la nueva condición(Col 3,1-5.9-11)

“Mundo” aquí significa vida en egoísmo

Los últimos versículos del capítulo anterior (2, 20-23) nos dicen que “con Cristo hemos muerto a los elementos del mundo”. “Mundo” aquí significa vida en egoísmo, avaricia, soberbia, ley del más fuerte, injusticia y opresión, ignorancia, supersticiones... Por eso no debemos “someternos a los dictados de los que viven según el mundo... Tienen apariencia de sabiduría por su afectada piedad, su humildad y la mortificación corporal; pero no tienen valor alguno: solo sirven para cebar la carne” -lit.: para satisfacción de la carne- (2,23). Se refiere a prácticas religiosas basadas en el egoísmo. Unas de carácter negativo: “no tomes, no pruebes, no toques” (2,21), y otras, positivo: fiestas, honores a ángeles, mortificaciones físicas... (2, 8.16-18). Hoy serían prácticas religiosas infestadas de egoísmo: encender velas, caminar de rodillas, cilicios, jubileos, primeros viernes, manipulación de imágenes (alcaldesa de honor, patronas, coronación, visitas de una imagen a otra, subastar brazos de andas...), uso egoísta de sacramentos..

El Espíritu de Jesús, su amor, unifica nuestra vida

Al aceptar el modo de vida de Jesús (su fe, amor y esperanza), recibimos su mismo Espíritu. Pablo lo llama “resucitar con Cristo”. Por eso concluye: “buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra” (3,1-2). Este segundo imperativo (“aspirad”) es del verbo “froneo”; de “fren”: “diafragma y membrana que envuelve un órgano vital": corazón, hígado, vísceras... Metáfora de lo que configura o da unidad a la persona: corazón, alma, voluntad, inteligencia... En cristiano, la fuerza que orienta y unifica nuestra conciencia y sugiere el ideal de vida.: el Espíritu de Jesús. Nacidos “de lo alto” (“anozen”: de arriba, Jn 3,3), es lógico dejarnos “unificar por lo alto”, por el Espíritu. Como Jesús: ungido para evangelizar a pobres, liberar oprimidos, abrir ojos y proclamar el perdón de Dios (Lc 4,17-21). El Espíritu-Amor, deberá unificar nuestra vida, que “está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él” (3,3-4).

Los versículos siguientes (3,5-14) invitan a destruir y construir

En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría... “¡No os mintáis unos a otros!: os habéis despojado del hombre viejo, con sus obras,y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador, donde no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo y libre, sino Cristo, que lo es todo, y en todos” vv. 5.9-11).

Dad muerte...”: al descontrol de los instintos, la codicia egoísta, los arrebatos de ira, el malquerer, la mentira, la exclusión por raza, religión, nacionalidad, estado social... Esta labor de purga o desmonte la llama “despojarse del hombre viejo”.

Labor constructiva: “vestirse el nuevo, el que se va renovando en conocimiento según la imagen de su creador”. “En este orden nuevo (lit.: “aquí”) no hay griego ni judío... sino todo y en todos Cristo”. Es pensamiento claro paulino (Gál 3,28; 1Cor 12,13; Rm 10,12): estamos sumergidos y bebemos en el mismo Espíritu. De aquí: cuidar dones, dignidad, servicios... según la voluntad del Espíritu.

Oración: “os habéis revestido de la nueva condición(Col 3,1-5.9-11)

Jesús, lleno de Espíritu divino:

somos invitados, una vez más, a dejarnos llevar por tu Espíritu;

nuestra cerrazón egoísta debe abrirse a su inspiración amorosa;

tu Espíritu habita nuestro corazón:

penetra lo más profundo de nuestra conciencia;

nos ayuda a conocernos de verdad;

nos enseña a mirar la vida con tus mismos ojos;

nos da un corazón limpio, bien intencionado;

nos reviste de tus mismas entrañas.

Tu Espíritu invita a despojarnos de actitudes negativas:

afán de acumular para “tumbarse, comer, beber, darse buena vida” (Lc 12,19);

esclavitud de la lujuria, inmoralidad, descontrol de los instintos; 

codicia egoísta, arrebatos de ira, malquerer, insultos, mentiras; 

exclusión por raza, religión, nacionalidad, estado social...;

inhumanidad en el dominio del más fuerte;

resignación y fatalismo ante la distribución de los bienes...

El mismo Espíritu quiere construirnos:

nos reviste de tu fe, confianza radical, en el amor del Padre;

sus dones potencian nuestros talentos naturales;

dirige el corazón a abrir graneros y convidar a los necesitados;

nos “centra” en la fraternidad, presidida por el amor del Padre;

nos “endurece el rostro” (Lc 9,51) para denunciar y anunciar su evangelio;

sostiene la esperanza en el bien, la verdad, la igualdad, la libertad...

Así trabajaba tu Espíritu aBasilio, un cristiano del siglo cuarto:

“¿Cuándo lograrás poner ante tus ojos los sufrimientos de los pobres?

Mira al pobre buscando por todos los rincones de su casa.

Ve que ni tiene dinero ni lo tendrá nunca.

Entre todos sus enseres apenas valen unos pocos euros.

¿Qué hacer? Mira a sus hijos y no ve otra salida para evitar la muerte

que llevarlos al mercado y venderlos.

Mira esa lucha entre la tiranía del hambre y el amor del padre...”.

(San Basilio, Homilía sobre la parábola del rico insensato -Lc 12,13-21- (PG 31, 261 ss).

Nuestras iglesias también están lejos de tu corazón:

tenemos “graneros de iniquidad, trojes que no sirven para remediar a nadie”;

“la Iglesia posee oro no para tenerlo guardado,

sino para distribuirlo y socorrer a los necesitados.

Pues ¿qué necesidad hay de reservar lo que, si se guarda, no es útil para nada?...

¿No es mejor que, si no hay otros recursos,

los sacerdotes fundan el oro para sustento de los pobres...?

Acaso no nos dirá el Señor: «¿Por qué habéis tolerado que tantos pobres

murieran de hambre, cuando poseíais oro con el que procurar su a1imento?»      

Estos argumentos son irrefutables. Pues ¿qué podrías objetarme?

¿Que temes que falte el adorno digno del templo de Dios?

El Señor te contestará: «Los misterios de la fe no requieren oro,

y lo que no se puede comprar con oro tampoco se dignifica más con el oro»”.

(Ambrosio de Milán -s. IV-: deberes de los ministros de la Iglesia. PL 16,148-149. “En la encíclica “Solicitud social de la Iglesia”, Juan Pablo II recomendaba volver a esta práctica antigua. Puede que no esté mal evocar también el poquísimo caso que le hemos hecho en la Iglesia” -Nota de G. Faus: Vicarios de Cristo. Ed. Trotta. Madrid 1991, p. 59-).

Jesús del amor gratuito: ¡danos un corazón como el tuyo!

Preces de los fieles (D. 18º TO C , 04.08.2019)

La vida es lucha para vivir con salud, trabajar humanamente, llevarnos bien con nosotros y los demás. Nos acompaña el Espíritu, recibido en el bautismo. Él nos “centra” en el Amor. Pidamos que se cumpla, diciendo: Señor, céntranos en tu Amor.

Por todos los bautizados:

- que no pierdan la conciencia del Espíritu de Dios;

- que dediquen tiempo a escuchar al Espíritu que llevan dentro.

Roguemos al Señor: Señor, céntranos en tu Amor.

Por enfermos, marginados, desequilibrados...:

- que escuchen el Espíritu de Jesús, muy cercano a todos ellos;  

- que le abramos nuestro corazón, les escuchemos, les ayudemos.

Roguemos al Señor: Señor, céntranos en tu Amor.

Por nuestros grupos: parroquias, hermandades, equipos:

- que sean movidos por el Espíritu de Jesús;

- que en ellos habite el respeto, la tolerancia, la verdad...

Roguemos al Señor: Señor, céntranos en tu Amor.

Por quienes se acercan a nuestra comunidad, parroquia...:

- que sean atendidos con verdad (bautismo, comunión, casamiento, funeral...); 

- que seamos capaces de comunicarles el Espíritu de Jesús.

Roguemos al Señor: Señor, céntranos en tu Amor.

Por los servidores de la Iglesia (Papa, obispos,presbíteros, diáconos...):

- que se sientan hermanos de todos, especialmente de los más débiles;

- que estén más preocupados por buena conducta que por la ortodoxia.

Roguemos al Señor: Señor, céntranos en tu Amor.

Por esta celebración:

- que todos seamos concelebrantes de la eucaristía: actores y comulgantes;

- que nuestra vida esté envuelta, “escondida”, en el amor de Dios.

Roguemos al Señor: Señor, céntranos en tu Amor.

Bendice, Señor, con la fuerza de tu Espíritu, nuestros deseos. Que “nos vayamos renovando a imagen de nuestro Creador, donde no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo y libre, sino Cristo, que lo es todo, y en todos”. Te lo pedimos a ti, Jesús Mesías, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, agosto 2019

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