“En el caso presente os digo: no os metáis contra esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosas de hombres, se disolverá; si es cosa de Dios, no lograréis destruirlos, y os expondríais a luchar contra Dios” (He 5,39) Siete preguntas (Sacerd. Caelib. nº 3) en busca de respuesta evangélica (X)

6ª.- “Y si la áurea ley del sagrado celibato debe todavía subsistir ¿con qué razones ha de probarse hoy que es santa y conveniente?” (D)

Aclaraciones sobre la “multimodal conveniencia”. En las enmiendas de los Padres conciliares y en las respuestas de la Comisión conciliar aparece la lucha por amarrar el celibato. Me refiero al Decreto “Sobre el ministerio y la vida de los presbíteros” (nº 16). Transcribo algunas de las que Martín Descalzo aporta en su libro “Un periodista en el concilio”. En ellas se desmonta mucha ideología clerical, aún vigente.

1. El celibato no “mana” del sacerdocio como de una fuente. Luego no cabe exigirlo como necesario para un buen sacerdote.

Enmienda: A la frase de “el celibato tiene mucha conformidad con el sacerdocio” añádase “de modo que mana de él genuinamente como de una fuente”.

Respuesta: La enmienda no puede aceptarse. Si el celibato manase del sacerdocio como de una fuente, todos los sacerdotes deberían ser necesariamente célibes, cosa que no puede afirmarse.

2. La consagración celibataria no es más íntima que la sacerdotal. Ni ésta es más íntima que la bautismal. Cosa que no se tiene siempre en cuenta, sobre todo a la hora de reconocer y respetar la dignidad cristiana, el ser hijos de Dios por el bautismo. Me alegra leer lo que ha escrito el nuevo cardenal de Rabat, poniendo las cosas en su sitio: “Agradezco al Papa Francisco la deferencia que ha tenido conmigo y me propongo continuar sirviendo a la Iglesia ayudándole en lo que necesite... Mi título y diploma de mayor categoría es el ser hijo de Dios, y lo obtuve en el bautismo. Estoy en lo más alto...; no puedo ascender ni ser promovido, puesto que más que hijo de Dios no se puede ser. El ser obispo, sacerdote, cardenal, papa... no es sino un servicio concreto que se hace a la Iglesia y en la Iglesia... pero que no pone por encima de nadie” (Cristóbal López, arzobispo de Rabat, en Facebook. 01.09.2019).

Enmienda: Dígase: “por el celibato los sacerdotes se consagran más íntimamente a Cristo”, así lo pedían 332 Padres.

Respuesta: La enmienda se acepta, pero se cambia su formulación escribiendo que “se consagran a Cristo de una forma nueva y especial”, no vaya a pensarse que la consagración que se hace a Cristo por el celibato es más íntima que la que se realiza por la consagración sacerdotal.

3. No es lo mismo “castidad” que celibato. Castidad es “tratar el cuerpo con santidad y respeto, no dominado por la pasión” (1Tes 4,4-5). Tan casto puede ser el casado como el célibe. El tener dominio sobre dicho impulso contribuye, sin duda, como el dominio de todos los impulsos, a percibir “las cosas espirituales”. La “victoria del espíritu sobre la carne” no es exclusiva del célibe ni solo atañe al sexo. Cualquier cristiano, guiado por el Espíritu divino, puede superar el egoísmo y vivir en amor. La respuesta adjudica la fácil percepción espiritual a la castidad, no al celibato. Mejor sería hablar del dominio de todas los impulsos primarios y secundarios.

Enmienda: Dígase que “por esa perfecta victoria del espíritu sobre la carne, los sacerdotes perciben más fácilmente las cosas espirituales”.

Respuesta: La enmienda no puede admitirse, pues la más fácil percepción de las cosas espirituales es fruto de la castidad como tal y no del celibato.

4. Dios quiere más a los célibes que a los casados. Hasta ahí llega la ideología clerical: ser célibe agrada más a Dios. Por eso el célibe, predilecto, tiene que ser el jefe. La tropa, los casados, masa, vulgo, “unos de tantos”. Sólo el célibe es “casto”. Sigue la creencia del Papa Siricio de que los casados “están en la carne y no pueden agradar a Dios(Rm 8, 8)” (Dz 185. Sobre el celibato de los clérigos). Menos mal que la respuesta pone las cosas en su sitio: el amor, la caridad, es el don más valioso (1Cor 13,13).

Enmienda: Escríbase que por el celibato los sacerdotes “se hacen más queridos de Dios, amador de la castidad”.

Respuesta: Lo que hace más querido a Dios es el grado superior de caridad, que puede tenerse también en el matrimonio, como es evidente.

5. Otra conveniencia pintoresca. La ideología clerical llega muy lejos. Hasta querer impedir a los casados acercarse “al Cordero inmaculado”. Lo que está haciendo la Iglesia hoy con los sacerdotes casados. No tiene célibes suficientes; tiene miles de sacerdote casados; y prefiere no celebrar la eucaristía a que la presida un casado. Su ley está por encima de la ley de Jesús. ¿No hay obispos que respondan en conciencia desde el evangelio como la Comisión: “cosa que no puede admitirse”?

Enmienda: Dígase que el celibato conviene porque los sacerdotes ofrecen “el sacrificio del Cordero inmaculado”.

Respuesta: La enmienda no se admite, pues parece insinuar que el sacrificio de la Misa no pudiera ofrecerse con dignidad más que por los que guardan el celibato. Y la alusión al “Cordero inmaculado” que solo podría ofrecerse por célibes parece suponer que la vida conyugal “manchase” a los casados, cosa que no puede admitirse.

6. Algunos quieren negar la evidencia.¡Pobre san Pedro, que por estar casado no debió “cumplir plenamente su misión”!.

Enmienda: Dígase que por el celibato los sacerdotes “cumplen más plenamente su misión”.

Respuesta: No se admite, porque parece insinuar que los presbíteros casados cumplieran menos plenamente su misión.

7. La ideología clerical confunde los planos.El amor a Dios y el amor a otra persona no entran en rivalidad. Pertenecen a niveles distintos. Por amar mucho a una persona no disminuye ni aumenta el amor a Dios. No son equiparables. “Todos los cristianos están llamados al perfecto amor de Cristo”. Se puede enamorar de Cristo y de una persona humana. No existe el “amor preferencial” a Dios. Esa teoría es una trampa psicológica para ocultar el afán de dominio y poder de la institución sobre las personas que dicen renegar del amor humano para dedicarse al amor divino.

Enmienda: Dígase que el celibato “conduce más libremente a un más ardiente amor de Cristo”.

Respuesta: No puede admitirse. Pues si es cierto que el celibato puede conducir a un más ardiente amor de Cristo, no podemos insinuar que los no célibes no puedan conseguir tal amor estando como están todos los cristianos llamados al perfecto amor de Cristo.

Colofón: los dirigentes de la Iglesia deben oír a Gamaliel hablando a los dirigentes de la Sinagoga: “Pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres... En el caso presente os digo: no os metáis contra esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosas de hombres, se disolverá; si es cosa de Dios, no lograréis destruirlos, y os expondríais a luchar contra Dios” (He 5,39)? Miles de sacerdotes casados participan en comunidades, sirven al Evangelio, a los Sacramentos y al Amor de Jesús. ¿No veis en ellos la voz del Espíritu? ¿Tan importante es vuestra ley que impide la eucaristía si no preside un célibe? ¿No son recuperables para el ministerio? “Soltadlos” de la ley que a vosotros y a ellos os esclaviza. Tienen la unción del Espíritu para el ministerio.

Jaén, septiembre 2019

Volver arriba