Narbona y San Pío V contra la fiesta nacional

Hace ya dos milenios Séneca quedó horrorizado ante los espectáculos de gladiadores y fieras contra hombres que se exhibían en Roma para deleite de la ciudad. Séneca fue tal vez de los primeros que criticaron la degradación que se hacía del hombre en tales espectáculos.

Unos veinte siglos después, una de aquellas ancestrales fiestas, pero ligeramente cambiada a como fue antes ha sobrevivido hasta nuestros días. Se trata de los Toros. A mi la llamada fiesta nacional me parece una vergüenza, un atraso, y un síntoma de la bajeza moral de aquellas personas que la practican o la veneran. No quiero decir que sus defensores sean íntegramente inmorales, pero parcialmente si lo son.

La ministra Narbona anunció hace unos días una opinión basada en evitar dispensar la muerte sobre los toros en los espectáculos taurinos. Opinión que casi comparto, pues para mi es mejor suprimir cualquier clase de daño físico que se propine sobre el animal.

Resulta que lo que dice Narbona y los ecologistas de hoy no es ninguna novedad, incluso ya hubo atrevimientos anteriores. San Pío V fue el primer promotor de la supresión de la fiesta nacional, parece que hasta el propio Concilio de Trento debió ser partidario de tal supresión según se desprende de la bula DE SALUTIS GREGIS DOMINICI. En el post anterior a este he publicado la bula para que no quepa duda del gran enemigo de la fiesta nacional en el siglo XVI.

Los defensores de la tauromaquia están que trinan con la propuesta de la ministra. Pero este país no puede seguir conservando tradiciones perversas. Hace unos años en un pueblo se arrojaba desde lo alto de un campanario a una cabra, en otros se degüella en vivo a cerdos cuando llega San Martín, propinando estos animales unos gritos durante minutos lo que hace sentir el enorme sufrimiento que están pasando los animales. Cada pueblo de este país tiene sus tradiciones, pero las tradiciones sanguinarias de algunos deben ser suprimidas y abolidas.

Tampoco estoy muy de acuerdo con su majestad el Rey Don Juan Carlos con eso de abatir animales con su escopeta, incluidos osos ebrios, ni con esos programas y concursos de caza injustificados. Una cosa sería cazar para controlar la población de conejos, de zorros o de lobos en caso de aumentar excesivamente poniendo en peligro el ecosistema. Pero cazar por diversión de ver morir a un animal me parece muy mal.

Una cosa es matar para poder sobrevivir comiendo la carne de los animales, pero darles muerte para reírnos o distraernos es una vergüenza.

Del caso este me ha sorprendido la reacción de José Blanco, defendiendo la fiesta nacional, la tradición. Me parecería bien que opinase así alguien que fuese realmente tradicionalista, pero en un laicista (Definición real: perseguidor del fenómeno religioso y para nada defensor de la laicidad del estado) me suena a tontería y demagogia. Bien se que es partidario de quitar crucifijos y de no honrar la navidad, de mayor tradición en este país que las infames corridas de toros. Es decir, no defiende a Jesucristo gran precursor de los derechos humanos, y en cambio apoya a las sangrientas corridas de toros. Nunca me cayó bien José Blanco y creo que nunca me caerá bien, luego va y alardea de progresista.

Pues termino el post anunciando que este blog está contra los toros, y que hay que seguir insistiendo en la supresión de las salvajadas a los animales.
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