Festividad de todos los santos “Bienaventurados:  Alegraos y regocijaos”

Padre, Tu santidad se derrama sobre la tierra y la humanidad. Enséñanos a saber ver todos los signos de bondad que se dan entre nosotros, saber proclamarlos y anunciar la alegría de tu evangelio desde los hechos de vida de todos los hermanos que son señales de tu evangelio en el mundo

Una propuesta alternativa de felicidad

bautizados

Hay quien sostiene que la verdadera felicidad no es sino la vida misma cuando está siendo vivida con acierto y plenitud. La interpretación de la plenitud y el acierto varia culturalmente y siempre existe la tentación de igualarla al éxito medido con criterios muy terrenos. En dicha tensión es muy difícil llegar a la felicidad interior y mantenerse en ella. El precio de lo eficaz, del éxito, es de una competitividad y de una insatisfacción que incapacita para ser feliz en lo sencillo y en lo profundo. Tal dinámica hace que los propios hermanos e hijos puedan considerarse lobos y peligro. La propuesta y promesa del evangelio para la dicha y la bienaventuranza va por otros derroteros y caminos, tocados de contradicción, pero de verdadera sabiduría y alegría. Se trata del camino de santidad propuesto por nuestro Padre Dios, que sabe dar cosas buenas a los hijos, y lo ha mostrado en la vida y obras de su hijo amado Jesús. Se ofrece en total libertad, “Si quieres”, es una elección con riesgo, pero esperanzada: elegir a Dios una y otra vez.

Por la humanidad de Jesús de Nazaret

Santidad

Se trata de la opción por vivir a fondo, desde las entrañas de lo bueno, dejando que el corazón tenga razones que hasta la razón no va a entender, pero que las mueve la conciencia de que hemos sido amados por la humanidad pobre, mansa, compasiva, misericordiosa, pacífica, ansiosa y hambrienta de justicia, y entregada hasta la muerte, para poder dar la plenitud de la vida. La humanidad de Jesús de Nazaret, un hombre que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. Ahí está la verdadera santidad, la auténtica alegría, el camino de la felicidad plena y eterna. Santidad que está en “la puerta de al lado” y, a buen seguro, en “nuestra propia casa”.

En unión con los sentimientos de Cristo

jec

Se nos invita a vivir en unión con Cristo los misterios de su vida, buscando ser cada uno de nosotros el mensaje de Jesús que Dios quiere decir con mi vida a los que me rodean. Eso requiere en la sociedad actual saber resistir y aguantar, no dejarnos llevar por inercias de éxito y abundancia que nos agotan y nos expolian de lo profundo. No abandonar el humor que nos permite mantener el hilo básico de la alegría que nos da fuerzas y ánimo para seguir consolando y aliviando a los compañeros de camino. Vivir en la audacia de arriesgar para crear lo nuevo y hacerlo con el fervor de los que creen creando y crean creyendo. Todo por el camino de la comunión fraterna, de la comunidad, con el horizonte de la casa común. Sin olvidarnos de El, porque sin El no somos nada, por eso oramos contemplamos lo que vivimos y queremos, y dejamos que sean sus sentimientos, no nuestra sola fuerza, los que evangelicen y transmitan la alegría de la vida en su verdad y su esperanza.

Por los caminos de lo diario, lo sencillo y lo humano.

74666266_10217258455508023_5041693904970186752_n

El camino para esta felicidad regalada no es otro que la propia realidad de lo que somos y vivimos, no hay atajos, ni misterios ocultos en manos de fuerzas poderosas, es por lo humano, por las tareas de cada día con respecto a mi propia persona, mi familia, trabajo, ciudadanía, sociedad, en la naturaleza, en la salud y en la enfermedad, en la fortaleza y en la debilidad, en el éxito y en el fracaso…No hay lugar, situación, relación o vivencia en la que no se ofrezca el camino de la vida verdadera. Se trata de entrar en todo con los ojos del corazón que contempla, siente, juzga amorosamente y actúa, no con la pretensión de ganar sino de servir y amar, de salvar y querer. Está en nuestras manos y nos basta su gracia.  Hoy bendecimos a Dios por habernos rodeado de tanta santidad y de tantas personas que han sido felices buscando nuestra felicidad. En todo gesto y sentimiento de cuidado hacia a mí y los otros se estaba desbordando la santidad de Dios. El, que es el único Santo, es quien nos hace santos en lo diario.

ORACIÓN

Señor, sabemos que tú das la santidad a todos los que te la piden, hoy acudimos a ti movidos por tu Espíritu para que nos unas a tu Hijo en su humanidad y gocemos de su gracia. Te pedimos:

Padre creemos que nuestra Iglesia está llamada a ser santa como tú eres santo. Te pedimos que como bautizados en Cristo, nos ayudes a todos, al Papa, los obispos, sacerdotes, Religiosos, fieles, a vivir acordes con la gracia recibida y mostremos tu santidad en la vida de cada día ante el mundo.

Señor, tú nos invitas a buscar tu reino y su justicia. Ayúdanos a tomar en serio nuestra dimensión social y política como personas y creyentes, que nos comprometamos en la construcción de un mundo que de verdad coma y beba tu justicia, respetando la dignidad de cada ser humano.

Tu santidad se derrama sobre la tierra y la humanidad. Enséñanos a saber ver todos los signos de bondad que se dan entre nosotros, saber proclamarlos y anunciar la alegría de tu evangelio desde los hechos de vida de todos los hermanos que son señales de tu evangelio en el mundo.

Tu das el pan de la vida a los que te lo piden. Nosotros hoy te pedimos que nos alimentes con los sentimientos de Cristo, para pensar, sentir y actuar como él. Enséñanos el camino de la verdadera felicidad, la que tú nos has prometido.

“Haznos santos como Tú eres santo”

Volver arriba