La pobreza que enriquece... Manos Unidas… con David y Madagascar

Cuando la realidad viva de un hermano sacerdote te sobrepasa y la acoges en silencio contemplativo, dejándote inundar por la fuerza del Espíritu que no abandona a los más pobres de la historia y sigue llevándoles el evangelio del amor de Dios y su riqueza desnuda en el crucificado que les ama y les acompaña en su dolor y su  miseria. Gracias David.

(Hambre de su fe y su alegría)

cartel

"El camino de la ciudadanía celestial transita por el compromiso de lo humano. Estamos en proceso de transformación personal y humana. Toda la humanidad ha sido creada y amada para la eternidad y ahí está el fundamento de la fraternidad universal, de las manos unidas. Hemos de convertirnos en lo profundo de nuestro corazón, pero hemos de hacerlo mirando al mundo y a la humanidad de la que formamos parte, soñando estructuras nuevas y viables. No hay otro modo de salvarse que comer con el hambriento, vestirnos con el desnudo, compartiendo patria con el extranjero. Las bienaventuranzas están contra las malaventuranzas y el camino de la salvación, el que nos lleva al sueño celestial, es el que pasa por la construcción de lo fraterno, desde las bases de la dignidad de lo humano y de la justicia. Hemos de vencer las malaventuranzas con las bienaventuranzas. Ardua tarea comunitaria y global."

La experiencia de David 

niños

El Domingo anterior celebró con nosotros en la comunidad parroquial David Puyo Arrieta, sacerdote joven colombiano que, movido por la llamada del Señor, desde el camino Neocatecumenal, se puso en camino a sus veintitrés años, y llegó a Madagascar, donde lleva casi catorce años viviendo inmerso en dicha realidad.

Ha hecho allí su formación sacerdotal y ahora ya lleva varios años sirviendo en un distrito pobre, llenos de campesinos, junto a otro sacerdote y dos jóvenes seminaristas. Nos interpeló vivamente su experiencia y su reflexión como antesala de esta celebración de la campaña de Manos Unidas. Nos contaba cómo él llego y la realidad se le hacía bien dura y pedía al Señor que le diera el gusto para saber estar allí de verdad y de corazón. Ahora explica cómo la realidad, doliente y sufriente en la que vive, se vuelve para él lugar de la revelación del Dios pobre que ama y enriquece sin medida.  Nos relata cómo la pobreza en Colombia hay que ir a buscarla para verla, aquí es difícil encontrarla, pero allí se te muestra en todos los lugares, envuelta en miseria, enfermedad y muerte. También recuerda como el sacerdote que le acompañó en su formación pastoral en Costa de Marfil le repetía constantemente que nuestro horizonte ministerial ha de ser: construir una iglesia que sea realmente pobre, vivir como sacerdote pobre y  trabajar para que el evangelio le pueda llegar a lo más pobres.

Ahora vuelve tras estar este tiempo con la familia -ha pasado por Badajoz porque tiene un hermana que es religiosa de clausura , carmelita en Talavera- porque le seduce la misión con este pueblo y con su gente. Al hablarle de mi admiración por su entrega y su labor en medio de la dificultad de pobreza y miseria, me comentaba cómo él siente que se le haría duro batallar en la evangelización en esta Europa descreída, e incluso en su propia Colombia. Ha notado en este tiempo una pobreza fuerte de relación, humanismo, fe y alegría. El bienestar nos ha seducido en una dirección horizontalista e individual, nuestros niños y nuestros jóvenes no sueñan más allá de las pantallas, no miran, no sonríen, no juegan… están hartos pero insatisfechos y no son más que el reflejo de los mayores. Qué difícil es que los ricos entremos por las sendas vivas del Reino de Dios, por las claves de las bienaventuranzas evangélicas.

caritas

El siente el ardor de la fe y de la alegría de los que pasan hambre, su desnudez ante Dios y ante el otro humano, sus deseos de vida y fraternidad en medio de la miseria. David cantó el padre nuestro en la lengua propia de su pueblo y nosotros respondimos en castellano. Los niños se agolparon en torno a él al terminar la Eucaristía y catamos y tocamos las palmas como siempre hacen los pobres en sus caseríos y distrito. Vamos a apoyar proyectos de acogida, educación, sanidad en su lugar de misión, pero sobre todo estamos abiertos a dejarnos enriquecer con su fe y su alegría. Queremos comunicarnos y dejarnos evangelizar por ellos, por su pobreza, su desnudez ante Dios y lo humano. Nuestro lema parroquial este año es “Hacia un nosotros cada vez más grande”, copiado de la campaña de la pobreza de este curso, queremos que ese nosotros llegue hasta Madagascar, porque queremos enriquecernos con su pobreza, la que está llena de fe y de alegría.

Padre nuestro

Este Domingo, lo recordaremos en la Eucaristía, en la campaña de Manos Unidas y rezaremos con ese poema entrañable de Pedro Casaldáliga:

Manos unidas

Que seamos, Señor, manos unidas

en oración y en el don.

Unidas a tus Manos en las del Padre,

unidas a las alas fecundas del Espíritu,

unidas a las manos de los pobres.

Manos del Evangelio,

sembradoras de Vida,

lámparas de Esperanza,

vuelos de Paz.

Unidas a tus Manos solidarias,

partiendo el Pan de todos.

Unidas a tus Manos traspasadas

en las cruces del mundo.

Unidas a tus Manos ya gloriosas de Pascua.

Manos abiertas, sin fronteras,

hasta donde haya manos.

Capaces de estrechar el Mundo entero,

fieles al Tercer Mundo,

siendo fieles al Reino.

Tensas en la pasión por la Justicia,

tiernas en el Amor.

Manos que dan lo que reciben,

en la gratuidad multiplicada,

siempre más manos,

siempre más unidas.

Pedro Casaldáliga

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