“Tejada Vizuete, humanista, académico y católico universal”

Ha muerto un sacerdote pacense, Francisco Tejada Vizuete, de Granja de Torrehermosa. Paisano, amigo, hermano. El hijo de un albañil en familia de albañiles, y de Josefa, la dulcera, el hermano de Emilia, aprendiz de carpintero hasta sus dieciséis años. Un hombre del renacimiento, sacerdote y culto. Hoy oración por él, mañana le acompañaremos en un adiós sentido en nuestro pueblo, lo despediremos en la plaza que lleva su nombre desde donde, en la serenidad y en la amplitud, se puede contemplar la grandeza de la torre llena de firmeza que sirve de nombre y de identificación para todos los que hemos vivido a su sombra. Plaza que antes era de homenaje y admiración, ahora será para el recuerdo de la historia de uno de los hijos de esa Torrehermosa.
Me vienen palabras y sugerencias de vida y personalidad al recordar al paisano y compañero Francisco:

Granjeño, hijo, hermano, tío, carpintero, Seminario, Presbiterio, Comillas, Universitario de Sevilla y Extremadura, Sacerdote, Diocesano, Doctor, Teólogo, humanista, Misiones, Profesor, Canónigo, Museo catedralicio, Extremeño universal, Académico, Investigador, Guadalupano, Mariano, Artista, Escritor, editor, Músico, Historiador, Bibliotecario, Académico…conversador, ingenioso, alegre, cantor, renacentista, sabio... genio y figura¡

Son muchos los pueblos y lugares extremeños que ha conocido y en los que ha aportado y de los que ha hablado o escrito: Granja, Azuaga, Berlanga, Ahillones, LLerena, Villagarcía, Zafra, Badajoz, Mérida, Jerez de los Caballeros, Fuente del Arco, Trasierra, Los Valles -Santa Ana y Matamoros- , Aceuchal, Barcarrota, Guadalupe,Alburquerque, Fregenal, Fuentes de León, Segura de León, Fuente del Maestre, Villafranca, Ribera del Fresno, Olivenza, Almendral, Nogales,Trujillo, .. Se que faltarán muchos más de los que he anotado, cada uno piense aquellos que él sabe que fueron tocados y queridos para él.

Pero si yo tuviera que destacar algún elemento que para mí ha sido sobresaliente en él o que más he admirado en su persona, ha sido su forma de entender y vivir la relación fe, cultura y arte. Amante de la eclesiología del Vaticano II y de las claves de Evangelización, aportadas por la Evangelli Nutiandi, supo ser un hombre de fe y cultura siendo capaz de superar esa ruptura que siempre acecha a la relación Iglesia-Mundo.

Asentado sobre sus bases filosóficas, teológicas, bíblicas, recibidas en vendaval de novedad y esperanza en la transformación de Comillas, enraizado en una formación jesuítica profunda y abierta, ha sido un sacerdote capaz de amar al pueblo, de prestar servicios encomiables en el horizonte de la pastoral de misión y de evangelización a nivel nacional, de servir una antropología teológica de calado humanista y abierto. Pero sobre todo ha sido capaz de vivir su ministerio entendiendo la cultura enraizada en la fe y y ésta enraizada en aquella. Desde su formación universitaria secular y laica en Sevilla y más tarde en la de Extremadura, es un ejemplo claro de cómo la fe se incultura y produce belleza, gracias, verdad, luz, esperanza y amor; y al mismo tiempo la cultura evangelizada aporta a la fe una racionalidad humanizadora y de encuentro, de purificación y de verdad. En su vivir se ha empapado de todo lo que en la historia otros descubrieron y nos transmitieron, ha gozado de la sabiduría auténtica, se ha dejado seducir por ella en todas las versiones, y así ha dado fruto que permanecerá y que hará que otros puedan seguir gustando de la fuente de una verdad, que es inagotable, siempre fresca, transmitida y novedosa a la vez, sin necesidad de rendirse ni entregarse nada más que a la verdad y a la luz en la que el amor se hace verdadero y justo.

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