Toni, prueba superada¡

Feliz cumpleaños¡ Feliz día¡ Felices momentos¡

Hoy abro facebook y me grita que es el cumpleaños de Toni Pérez, es muy prudente y no dice cuántos. La verdad que es sincero porque cuántos son…nadie lo sabe, solo Dios y parece que está callado.

Nos conocimos hace pocos años, las redes fueron nuestras aliadas para el milagro, viste algo de lo que puse en mi página, te gustó y me pediste ser amiga, desde ahí…como Nicodemo en la noche, compartimos una experiencia de amistad poco a poco. Nos fuimos conociendo, animando, compartiendo, riendo, pensando, y así se produjo el encuentro porque las redes necesitan la relación personal viva para autentificarse en la verdad de quiénes somos y lo que podemos aportarnos.

Desde ahí hemos conocido nuestros ambientes, familias… yo he descubierto a esta Toni que es esposa enamorada y unida a su marido José, siendo los dos una sola carne como dice la Escritura. He conocido al fruto de sus entrañas que es su hijo José Antonio, joven de patanegra bien formado y sano que le toca sufrir en sus carnes la dureza del paro injusto que asola a la juventud europea, especialmente la extremeña. Me encanta como trata al tío Antonio, sacerdote mayor que necesita quien le reafirme en su identidad cada día, para no perder su yo con la enfermedad que toca su memoria. Así como todo su entorno lleno de relaciones familiares, de amistades auténticas, de afectividad sana y entregada hasta lo máximo. Tiene amistad y fraternidad con el contemplativo que está en el monasterio y que le conecta el móvil para que escuche el canto gregoriano del coro en la noche cuando se ponen en manos de la Virgen y así sienta alivio en su miedo ante la enfermedad, con el pobre que pasa necesidad a quien le socorre en lo que puede, con el enfermo que necesita consuelo y compañía, con el político que tiene la responsabilidad de ayudar a la población y necesita saber de los problemas reales, con el cura –yo- que escribe en el blog hechos de vida con fondo creyente, y así una lista interminable. En el fondo he visto una mujer creyente, unida a la palabra de Dios con esa biblia que lleva casi medio siglo en sus manos y que lee en el silencio buscando el agua viva que ilumina la vida acercando a la fuente de la verdad divina y humana.

El momento actual tiene una singularidad en su vida que es la que da título a esta reflexión. Hace unos meses, en una revisión rutinaria y graciosa de esta sanidad tan buena que disfrutamos –que tenemos que defender con uñas y dientes- le vieron algo anómalo que requería mayor análisis, después se detectó que había células que alarmaban y pedían intervención para curar el mal que estaba iniciándose. Los cirujanos dieron cuenta de todas ellas y ahora toca corroborar con la quimio y la radioterapia la desaparición total de esa malignidad. Los momentos han sido duros, como se dice en el lenguaje vulgar “se le va a caer el pelo”, ella me muestra con orgullo las fotos en que ya aparece con una peluca estupenda y con una sonrisa de enamorada mirando a su marido. Ha tenido que vivir en la intemperie esa inseguridad de no saber qué es lo que pasa dentro de uno, de tener miedo y pena, de preguntarse montón de cuestiones de fondo que aparecen a flor de piel, de sentirse como abandonada, de notar que le falta fe y ánimo, de ver sufrir a los que le rodean… Ese proceso que viven tantas personas, algunas de ellas le han acompañado en la experiencia por haberla vivido antes, en la solidaridad de la debilidad y del dolor.

Ahora está terminando la serie de quimios más fuertes, hay días que lo pasa mal, pero ya tiene horizonte, ha aprendido a vivir cada día, cada momento sin más, a gustarlos y valorarlos en sí mismos. Por eso hoy será un cumpleaños especial en su vida, hoy celebra muchos momentos, días, procesos. Ya sabe que hay que celebrarlo todo porque todo es gratuito, sé que hoy tu oración estará llena de luz y de gracia, que sonreirás agradecida ante Jesús y su madre, María de Nazaret, por todo el bien que te ha hecho en medio de esta enfermedad. Yo, hoy cuando celebre la eucaristía ante la imagen de María Auxiliadora, en Puebla de la Calzada, me uniré a ti, a tu deseo de vivir, a todo lo bueno que te rodea, pondré en el altar nuestra amistad, y rogaré al Padre Dios que siga aumentando tu fe y tu esperanza en estos momentos para que nunca te falte la alegría y el sentido de la vida que vence al dolor y a la muerte, proclamando que Cristo ha resucitado y vive para siempre.

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