El buen pastor y el detalle de las rosas
Hoy al entrar en la capilla de la residencia pública me ha llamado la atención el florero lleno de rosas rojas de una belleza grandiosa. He preguntado y me ha comentado Gloria, la señora mayor -casi noventa años- que cuida la liturgia y que cada semana se encarga de comprar unas margaritas para el altar con el dinero que aportan los ancianos, que las han traído de la floristería. Los dueños se van de vacaciones unos días, y las mejores flores que le quedaban por vender, se han acordado de traerlas a este lugar. El detalle me ha servido para hablar de los cuidados entre las personas y de la residencia como lugar de cuidados mutuos entre personal, familia, mayores... todo a la luz del Buen Pastor.
Las obligaciones se pagan y deben cumplirse tanto a nivel laboral, político, social, etc. Pero cuando a éstas se le añade ternura y cuidado, entonces estamos hablando de otra belleza y otra estética, que transciende la ética para adentrarla en un amor compasivo y gozoso. Las margaritas las pagamos cada semana, pero estas rosas vienen de un detalle agradecido de la tienda, que no tiene precio, sólo tiene valor entrañable.
A partir de ahí, hemos comenzado a reflexionar sobre la naturaleza, las personas, el matrimonio, la familia, la paternidad, las profesiones y el trabajo, la calle, las relaciones personales y sociales. Todos lugares medidos por la racionalidad práctica, pero que necesitan de la inteligencia emocional, de la posibilidad del amor ejercido más allá de los límites obligados entrando en la ternura y el cuidado amoroso.
La vida estructurada por la racionalidad de tipo económico, laboral, político, técnico, práctico, necesita de las razones del corazón. Ahí nos adentramos en la realidad del cuidado mutuo, donde descubrimos que lo fundamental está aquí, en lo entrañable. Hemos creado un mundo de progreso, riqueza, comunicaciones extraordinarias, información, democracia... pero todo ello no asegura el cuidado mutuo de lo humano y lo personal, más bien debe estar al servicio de ello. Pero para eso se necesitan corazones entrenados, emociones encauzadas para la alteridad, gozo del bien hecho, agradecimiento por lo bueno recibido, deseos de lo común y del bien público. Todo lo que hablamos de valores y de inteligencia emocional, que pasa necesariamente por las aspiraciones de seres almados, que se motivan para amar como referente existencial de realización personal y comunitaria.
Hoy, en medio de esta crisis que nos llama al cambio de paradigma, nos sentimos convocados a pasar del descuido desalmado, al cuidado en todas las dimensiones humanas y divinas, como nos ha propuesto el papa en la encíclica “Laudato, si”:
- El cuidado de la naturaleza que se ha puesto en nuestras manos, por parte de un Dios amoroso que la ha creado con un cuidado infinito y que nos pide que la guardemos y la cultivemos con el mismo cuidado de su amor.
-El cuidado de nosotros mismos, que nos viene exigido para poder amar a los demás con un referente sano y equilibrado. El trabajo de nuestra persona, de sus sentimientos y emociones, ha de ser un mandamiento principal porque es lo que Dios quiere hacer con cada uno de nosotros, cuidarnos para que crezcamos en sabiduría y en gracia delante de El y de todos los hombres.
- El cuidado de los demás, como horizonte de alteridad cumplida, sólo el que es sensible para cuidar a los otros encontrará su propia vida: el cuidado de los otros es lo que nos garantiza ser sus prójimos y ser declarados benditos del Padre de Jesucristo.
. En el cuidado de Dios, pero todo eso sólo es posible si dejamos que el jardinero siempre y plante en nosotros el jardín de la justicia y la paz. Dejarnos cuidar en nuestro interior por Dios es condición fundamental para vivir en el verdadero espíritu, por eso hoy Jesús, en medio de este mundo ajetreado, rico, cansado y descuidado, sigue haciendo una invitación expresa y directa a la humanidad: "Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar... Allí El nos enseñará con calma, sintiendo compasión ante una historia humana donde vagamos como ovejas sin pastor".
La Iglesia, desde el Papa hasta el fiel más pequeño, estamos llamados a cuidar el descanso, la interioridad, el encuentro gratuito con Cristo y los hermanos, y todo ello para poder ser pulmón en este mundo. Para que otros puedan venir y descansar en nosotros, sientan que el Señor es su Pastor y que nada les falta.
Hoy salen para Losar de la Vera, desde distintos lugares extremeños y algunos de otras comunidades, más de una cincuentena de jóvenes estudiantes católicos para realizar sus jornadas de formación. Llevamos más de veinte años haciéndolo, diez días en que se van solos –yo me apunto con ellos-, a un lugar tranquilo, a descansar en comunidad como discípulos del único maestro. Llevan la intención de aprender de Jesús de Nazaret, desde sus propias vidas. Será un aprendizaje como el de las rosas, en medio del jardín, no habrá razones directas de aprobar, de hacer carrera, de terminar, de tener éxito, de superar agobios, no, nada de eso. Será más bien gratuito, interior, de profundización y cuidado de ellos mismos y de los otros, de buscarse a sí mismos para encontrarse mejor con Dios y descubrir con novedad la historia de cada día y a los hermanos, especialmente los que más lo necesitan. Los de Instituto van a trabajar el tema de las relaciones y su identidad personal, los universitarios y graduados queriendo tener los mismos sentimientos de Cristo va analizar y trabajar el mundo de las emociones: la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, el amor. Su deseo es analizarlas y aprender a gestionarlas mejor para poder ser las personas que quieren al estilo del Maestro de Nazaret.
Una vez más, leyendo el evangelio de este Domingo, entenderemos que lo que dice el Evangelio no es verdad porque él lo dice sino que lo dice porque eso es verdad en la vida. Será en Losar de la Vera, donde estos jóvenes discípulos de Jesús vivirán a flor de piel el texto de hoy: “Venid vosotros solos conmigo a un sitio tranquilo a descansar… allí seguro que El nos volverá a enseñar con calma, y los jóvenes serán estudiantes de la vida y de lo eterno gratuitamente”.
Los mayores lo han entendido muy bien con el ejemplo de las rosas que hoy adornaban el altar y nos invitaban a ser cuidadosos entre nosotros, a saber cuidar las rosas del mundo, a saber regalarnos a nosotros mismos, y así ser regalos y rosas gratuitas para otros. Seguro que los jóvenes van a ser tan gratuitos como lo han sido las rosas de hoy en el altar.Ojalá todos entendamos al Dios, Buen Pastor, y llenemos con sencillez toda nueva vida de cuidados gratuitos de ternura entrañable; que la gracia de la rosa regalada perfume todo nuestro quehacer y ser, para que hasta las obligaciones lleguen se amorosas para quien las recibe como para quien las cumple y se entrega en ellas.