Morir y vivir Entre la muerte y la vida...

Un encuentro con padres que han vivido la dura experiencia de perder a sus hijos, una conversación de profundidad metafísica, de espiritualidad a fondo, de sentido de la vida en el dolor, con el deseo de la luz para poder entender lo que no tiene explicación. La eucaristía en lo sencillo de lo diario, para pasar después a celebrar la alegría de la vida en un cumpleaños de un niño querido y lleno de vida, Pablo. Todo un contraste de la propia existencia, de la problemática de lo humano, de la verdad de la vida, de la necesidad profunda del amor y del sentido.

Desde el duelo...

Por ellos

Ayer viví, una vez más, la contradicción de la existencia en el mismo marco y casi a la misma hora, el contraste de la luz y la oscuridad de la muerte y la vida. Una sesión con los padres que han visto morir a sus hijos, se acompañan para elaborar su duelo compartiendo y comprometiéndose, en una sinceridad y con unos sentimientos abiertos y expresados, que le alivian y alimentan en su caminar doloroso por la pérdida del hijo amado. A partir de su experiencia, en unos más lejana en el tiempo y en otros muy cercana, van deshaciendo sentimientos  e interpretando, sacando hilvanes con los que ir cosiendo el presente, deseando pasar de dolor paralizante, a una realidad más fértil y fecunda, aunque sea sin olvido. Los más experimentados lo van teniendo claro, el dolor y la ausencia solo se curan y alivian con el amor y la entrega, con la compasión y la ayuda mutua. Aceptar la naturalidad de la muerte se hace difícil cuando nos sentimos contra natura, cuando el hijo se va antes que los padres, pasa todos los días pero nunca piensas que te va a pasar a ti. Ahora toca elaborar el duelo, o encerrarte en la muerte y no darte tregua para vivir, o aceptar esa muerte para vivir con novedad la etapa que ahora nos toca, aprender a nacer de nuevo para saber vivir con la ausencia. Adentrarse en el sinsentido y reconocer que el amor, aunque limitado y mortal, ha merecido la pena y no podemos dejar morir en nuestro interior al amado, deseamos vivir en comunión con ellos. Lo damos por perdido o esperamos encontrarnos en el amor absoluto. De allí al altar a poner en en manos del Padre el pan del duelo y de la ausencia... y a la vez la vida del niño que celebra su cumpleaños rodeado de amigos  y de fiesta...

Y dijo Dios: “hágase la luz”

Pablo

Ayer tarde tras la eucaristía en la intimidad y la paz de la capilla del sagrario en la parroquia, después de haber compartido una sesión con el grupo de la asociación “Por ellos” de Badajoz -Padres que han vivido la muerte de uno de sus hijos-, fui a compartir la celebración del cumple de Pablo, en San Rafael de Olivenza. Ya el hecho de ir hasta allí supone peregrinación para mí, el camino se hace oración: recuerdo, acción de gracias, bendición, alegría, ternura, acogida, fraternidad, compartir, fiesta, descanso, proyecto, vida…Ayer era para estar entre el revoleteo de niños, que saben de Pepe, porque lo ven como familiar en estos eventos, en la misa de la parroquia, en la catequesis, en el campamento, en los encuentros, en los retiros… Pepe forma parte de la vida. Por eso Pepe, puede decir, estos son mis… Recuerdo que esta semana santa pasamos unos días en el campo, por la tarde salíamos a pasear y hacíamos un buen camino. Allí estaba Pablo, junto a Miguel, Jesús, Teresa… hacíamos kilómetros. Yo, como de costumbre, me paraba a hacer fotos e incluso grabar algún vídeo con canto para compartir en estas redes… me retrasaba. Al ver que faltaba y no llegaba al grupo, Pablo hizo un comentario de definición de mi persona: “Vamos Pepe que como cura eres guay, pero como familia eres muy lento, un poco pesado…” La vida está llena de momentos de gracia y de luz. La luz la ponen lo sencillos, inocentes, naturales, directos, limpios…pero ellos también la reciben de los que les aman y les abren las puertas de la ternura, del infinito en su interior. Enseñar a amar, a abrir las puertas de sus vidas a los demás niños, a los profes, a los adultos… a saber mirar la vida desde los otros y acoger todo lo bueno que les llegue. Así se está abriendo Pablo al misterio de su propia persona, el jeroglífico de la vida, como el juego que tiene en sus manos, presenta muchos retos y hay que in avanzando sobre ellos, pero para eso necesita una luz sencilla y directa, que de seguridad y proteja, sin quitar iniciativa ni autonomía. Así lo veo en esta simbólica foto … en que el padre sostiene la pequeña luz para que el se adentre en el juego de la vida, con claves propias y conquistadas sin miedo y con riesgo.

cumple

Ya son siete… y los ha pasado amando, para poder seguir haciéndolo toda su vida. Felicidades Pablo y enhorabuena a Jesús y Angelines, junto al pequeño Miguel. Gracias por los detalles…

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