La música de un mar de Galilea -el mundo- con sed de corazones abiertos. El pregón pascual de un joven estudiante católico: Resurrection

Es esta noche,

en la que nuestros pies se han gastado

caminando por tierra pedregosa

tras una intuición remota,en la que saludamos

la llama que no se apaga,

la brújula que guió

nuestra travesía por el desierto 

y hoy nos congrega en torno a esta mesa

sin banderas ni fueros.

Resurrection
domingo, 21 de abril de 2019

Resurrection

Nosotros, que enseguida nos dormimos,

cuántas veces hemos buscado a tientas

en mitad de la noche

una luz vacilante

que nos mantuviera en vela.

Nosotros, que nunca hemos creído,

cuántas veces nos hemos sorprendido prendiendo una vela

a la que confiar, en lo oculto, lo secreto

un perdón, una súplica, un íntimo deseo.

Nosotros, que con facilidad nos rendimos,

cuántas veces (tú lo sabes bien) hemos gastado nuestra alegría

en el tiempo de los intentos.

Cuántas veces, nosotros, que nos cuesta entregarnos,

nos hemos dejado la vida

en cosas y causas imposibles

apostando a todo riesgo.

Pareciera que nuestra oscuridad es siempre la misma.

Pareciera que siempre perdemos la guerra

en la misma batalla frente al enemigo.

Pareciera que nuestro tren

siempre se detiene, abruptamente, en el mismo punto

sin llegar nunca a la estación de destino.

Somos lo que nos falta,

somos lo que anhelamos,

somos lo que perdimos.

Somos las luces que se apagaron tímidamente

después de indicarnos el camino.

Pero esta luz que hoy sostenemos

inaugura un tiempo nuevo.

Es el candil que alguien enciende

a los pies de nuestras derrotas,el calor primero

de las manos que se acercan, incrédulas

a todos los costados abiertos.

Es esta noche,

en la que nuestros pies se han gastado

caminando por tierra pedregosa

tras una intuición remota,en la que saludamos

la llama que no se apaga,

la brújula que guió

nuestra travesía por el desierto 

y hoy nos congrega en torno a esta mesa

sin banderas ni fueros.

Nosotras, que, abatidas por el desánimo,

hemos madrugado ante tantos sepulcros abiertos

para enjugar los llantos,

para perfumar los duelos.

Nosotros,que declaramos el naufragio

con una mano firme en el timón

y un anhelo de horizonte en el pecho.

Hoy el resucitado

con su presencia tímida e imparable

sigue allanando senderos.

Hoy este faro

nos ha traído a buen puerto.

El sonido de mil lenguas nos reclama.

La música de un mar de Galilea

-el mundo-

con sed de corazones abiertos.

Álvaro Mota Medina

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