Reconciliarme con los otros y conmigo mismo

Aun cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír.

La vida es como un espejo: Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí. Por ello, en lugar de criticar, renegar de todo y maldecir, bendice.

Le Preguntaron a Mahatma Gandhi cuáles son los factores que destruyen al ser humano. Y él respondió así:

-La Política sin Principios, el Placer sin Compromiso, la Riqueza sin Trabajo, la Sabiduría sin Carácter, los Negocios sin Moral, la Ciencia sin Humanidad y la Oración sin Caridad.

La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente se muestra arisca si yo soy arisco; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.

Mi hija Irene me recuerda, permanentemente, que no debo obsesionarme con buscar la felicidad. Porque la felicidad ya está conmigo. Que basta con vivir el día a día con pasión, ternura y amor; saber convivir con la herida; perdonar y perdonarme.

Gracias, Irene, por ayudarme a reconciliarme con los otros y conmigo mismo. Y gracias por los 25 años compartidos.
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