La primavera se va y yo sigo sin poder rezar

No puedo rezar, porque me atasco ante el “hágase tu voluntad”. Porque el misterio de un dolor que considero inaceptable me impulsa a rebelarme contra la voluntad de Dios.

El profeta Ezequiel en (18, 25) expresa la pregunta amargada de su pueblo: "¿Es justo el proceder de Dios?" Yo también me pregunto si la voluntad de Dios será tan benévola como me han enseñado.

Muchas veces he sostenido en este bloc que tenemos a nuestra disposición argumentos tanto para catastrofistas como para sembradores de esperanza. Pero hoy no veo sino sombras.

Me desbordan las sombras del desencuentro, el desamor, el engaño, las zancadillas, la injusticia, el egoísmo.

Me duele verme impulsado a creer que no hay mas remedio que ponerme a la defensiva, tirar la toalla y cerrar puertas al dolor.

Me duele la malevolencia humana, empeñada en descubrir maldad y segundas intenciones en los demás. Y me duele, especialmente, porque quiero evitar su contagio y no puedo.

Me duele el sinsentido al que me conduce todo lo anterior. Ese que hace que queriendo ser sembrador de esperanza no sea capaz de dármela a mí mismo.

Me duele que al decir “hágase tu voluntad” me bloquee como si hubiera dicho una blasfemia. Porque no sé aceptar la voluntad de Dios sobre mi vida.

Mi corazón esperaba (con Machado) otro milagro de la primavera. Pero ésta se va y no me deja sino dolor.
Volver arriba