La alegría de sentirse acompañado

Estos días estoy preparando un retiro parroquial para la comunidad de Fuente del Maestre y entre mis manos están los textos de los Hechos de los Apóstoles, pues el tema de una de las charlas son las primeras comunidades y su vivencia de la fraternidad. Y, a medida que voy releyendo estos textos, no puedo evitar que me salga una oración de acción de gracias por la suerte de sentirme acompañado por tanta, tanta, gente.

Quizá porque en los últimos tiempos he tenido la suerte de estar con los que han sido y son compañeros de camino:
- El pasado fin de semana estuve en el Retiro de Pastoral Universitaria y de la Juventud Estudiante Católica en Puebla de la Calzada. Poco más de 20 jóvenes intentando buscar la autenticidad al estilo de Jesús de Nazaret, unos cuantos animadores en el mismo camino, ¡qué gozada!
- Anoche Sonia venía al vecino pueblo de Zafra para dar una charla cuaresmal sobre la Pastoral con Jóvenes. ¡Qué bien lo hizo! y con cuanta frescura nos habló. Más tarde, compartimos la cena Sonia, Agustín, Inés, su hermano Ángel, Mamén, y yo. Jóvenes que hemos caminado juntos en grupos de Revisión de Vida, en la JEC, que hemos compartido Proyectos de Vida...
- El próximo Sábado Jesús Sánchez vendrá a la parroquia para animar nuestro encuentro arciprestal de formación bíblica (Biblia y Vida) y nos ayudará a descubrir cómo el pueblo de Israel descubre a Dios presente en los avatares de su historia y desde ahí hacen una Lectura Creyente de la Realidad. Él dice que lo he metido en un buen lío, ¡como si él no supiese de leer la vida en creyente desde los ojos de Dios!

Poco a poco, uno descubre la suerte de sentirse acompañado por otros jóvenes que, desde su realidad, van tomando las mismas opciones. Me sorprendo al descubrir lo que Dios va haciendo en la vida de estos jóvenes (todos los que aparecemos rondamos los 30 años, algunos no llegamos, que conste). Parece que era ayer cuando nos planteábamos el estudio y la opción por los pobres, el uso del dinero, el consumo, la política...

Yo siempre digo que tengo un grupo de personas a las que no sorprendo: saben cómo soy, aceptas mis reacciones, lo vago que soy para el movil, jeje... Personas, digo yo, en las que pondría mis manos y no son sólo amigos. Se hace realidad eso de:

Los creyentes estaban todos unidos
y poseían todo en común (...)
(Hch 2, 44).

Me siento acompañado por mis comunidades, por mi familia, por esos compañeros sacerdotes con los que compartes trabajo y oración, por aquellos con los que ha compartido proceso... Gracias, Padre Dios, por hacerte cercano en estos compañeros de camino. Son un reflejo tuyo y de tu empeño por mancharte las manos en nuestra hitoria.

Gracias.

José Rubio
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