Un bautizo peculiar

Es desde luego especial que un joven de 18 años reciba los sacramentos de la iniciación "de un golpe", como los primeros cristianos. Más aún si el chaval en cuestión es saharaui y por tanto musulmán de cuna, ya que es sabido que los seguidores de Mahoma raramente se convierten. La crónica de este particular acontecimiento se puede leer en esta misma página, un poco más arriba o pinchando en "otras confesiones" (http://www.periodistadigital.com/religion/otras-confesiones/2011/02/15/religoin-iglesia-espana-merida-arzobispo-bautizo-joven-musulman.shtml)
Las primeras veces que vi a Jesús (que así se llama desde el viernes pasado), el verano que llegué al pueblo, me llamaron la atención la morenez y un lunar gigante que le cubre media cara y que me hacía pensar "este zagal está tonto, va por ahí en bici disfrazado de Batman".



Casi desde que nos conocemos Saleh me lleva diciendo que quiere bautizarse; yo le iba dando largas a ver si se le pasaba, pero nada. Sus amigos se confirmaron el año pasado, se apuntó con ellos a la JEC, fue a convivencias, en verano al campamento... y siempre haciendo planes, imaginando el gran momento.

Llegó a España desde el Sáhara con 8 años, y supongo que su niñez, dura al principio y extraña después, ha sido convulsa. Le cuesta estudiar, seguramente tiene problemas con el español... es un chaval como los demás, con sus consumismos y superficialidades, pero posiblemente con alguna dosis más de "cacao mental": ¿cómo debe ser pasar de guardar cabras y buscar agua en el desierto a que te regalen la camiseta oficial de Bojan el del Barça? Sí, de esas que cuestan 60 euracos.

A principio de curso los problemas en casa y en el instituto se recrudecieron; varias trastadas fuera de lugar empeoraron la cosa. Le dimos un ultimátum, le amenacé con suspender el bautizo, los amigos le pusieron las pilas, pareció reaccionar y otra vez se lió; fue el momento crítico. En casa se plantearon devolverlo "de vuelta a los corrales", yo me había convertido en una especie de adulto referente para él, charlamos, habló con su madre, lo pensó... y creo que algo creció dentro de él, dio un hervor, modesto pero suficiente.

Dios ama y ha elegido a Saleh, que no es mejor que nadie, pero ¿acaso habría que exigirle a él algo distinto o algo más de lo que exigimos a los demás jóvenes para confirmarse? ¿Acaso alguno de nosotros, cristianos por tradición, nos merecemos la gracia bautismal y la hacemos verdad con nuestra vida de cada día?

Por eso el otro día todos estábamos felices. El obispo con su gorro y su palo (jerga de los muchachos) un poco estrepitosos en la sencillez de nuestra parroquia; las mujeres del equipo de liturgia eficaces y sabias; los padres con los ojos brillantes; los curas casi divertidos; los de la JEC "que se salían de su pelleja"; y yo con la sonrisa puesta, orgulloso y responsabilizado por ser su padrino. ¡Enhorabuena, cebollo!

César L. Caro
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