Callado y escondido

Mi soledad, si miro hacia adentro, no tiene fondo; si miro hacia fuera no tiene límites; es primordial, granítica. Mi orfandad es como un desierto sin zorros ni serpientes, como un monte nevado sin árboles. La vida se derrumba como un saco de patatas roto, descosido. El mundo sin ella es inhóspito. No tengo palabras para expresar lo que siento. “Ella tu presencia entre nosotros. Ahora, Señor, parece que te has callado y escondido”. (Después del entierro)
Volver arriba