Diferencia entrre la ilusión y la muerte

Un corzo solitario y vagabundo cruzaba el umbral del día. El bosque, templo de sueños y de recuerdos, empezaba a despertar. Estábamos en el último reposo antes de llegar a las cimas pedregosas cuando nos besaron los labios de mármol del primer albor del amanecer. Las gotas de rocío, manantial de destellos, nudos de imágenes, festonaban los senderos llenos de silencio interior. Cuando bajábamos bajo la mirada crepuscular nuestra alma, del niño lejano que anida en cada uno de nosotros, se iba vaciando gota a gota, en palabras como acerbas plegarias de emigrante sin patria y de peregrino sin santuario. Uno de nosotros dijo: “en esto consiste la diferencia entre la ilusión y la muerte”. Luego, abochornados por la inmensidad sin límites de la oscuridad, seguimos musitando palabras como las hojas caídas, píos de pájaros asustados, tiernas carcajadas, que nos regalan alfombras de colores lentos sobre los que danza el tiempo, vórtice del futuro.
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