El viento arrastra y mece nubes como plumón de pájaro de garra, como un mar revuelto de olas preñadas de peligro, como cortejo de monstruos repugnantes, o como columnas plantadas en el flanco de la montaña, puerta de etéreos ensueños. Las ventanas llenas de miradas implorantes de viejas imágenes, pétalos de nieve, vomitan confidencias de mil cosas secretas y tachonan el cielo de ilusiones que se van como un suspiro. Mil esplendidos y bellos colores, magia del luto de rosas deshojadas, no logran dar lustre a un día átono e incoloro, dolor de lo oculto. Todo parece un sueño, nudo del tiempo, de bordes indefinidos que suena como la mar bravía, vaga melodía.