Fútbol, 3: Héroes caídos
En el mes de marzo la prensa concedió gran importancia a la muerte por sorpresa de un deportista español. Todo el mundo se preguntaba: ¿De qué se ha muerto? En realidad se había muerto de no tener que hacer, de aburrimiento, de angustia, de desesperación; de haber dejado de ser lo que había sido, de no ser nadie más. Los focos, las cámaras, la multitud que los perseguía, los chupópteros que vivían de ellos; todo eso era lo que daba sentido a su vida. Cuando les ha faltado, su vida ha dejado de tener sentido. Sin sentido es muy difícil poder seguir viviendo.
Para entender este fenómenos es necesario tener en cuenta algunas consideraciones. Muchos héroes del deporte han gozado desde su más tierna infancia de fama, dinero, mujeres, prestigio social. Son personas conocidas, idolatradas. No hace mucho me encontraba en el aeropuerto del Prat de Barcelona esperando embarcarme. Ceca de donde estaba sentado se armó un verdadero revuelo; flash, autógrafos, gritos histéricos de chicos y chicas, carreras de gente adulta. Cogiendo rápidamente mi cartera, me levanté y pregunté, “¿qué pasa?”. “nada, pasa ... (un celebre futbolista del Barça)”.