Intimidad: un lugar

Cuando a los entusiastas del santo patrón, de un equipo de fútbol, de los toros, el carnaval o la capilla de su pueblo se les pregunta por qué, qué tiene eso, qué ves, responden: “Hay que nacer”, hay que vivirlo”, “hay que ser de aquí”, "hay que llevarlo en la sangre". Estos interesados sienten, descubren algo en ello que los demás ni ven ni sienten porque van más allá de lo material, dejan salir la esencia de lo que aquello es aunque no lo parezca. Esto demuestra lo intimidad del hombre con el terruño, con el lugar. Lugar es una multiplicidad de lugares relacionados por la pertenencia entre sí; es el dónde en donde brilla lo extraordinario, en donde la cosa se manifiesta y en donde, como en ningún otro sitio, los acontecimientos envuelven la vida del hombre; en donde ese hombre se deja poseer por lo que lo está mirando desde la cosa, desde el acontecimiento. Aquí el hombre llega a la presencia de si mismo en la presencia de lo divino. Esto es la intimidad. La intimidad es incomunicable.
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