Los jefazos catalanes han querido dar la impresión de liberales, de laiser-faire y ahora se ven atrapados, quieren atajar el incendio de la mala educación, de las malas formas, de la falta de sensibilidad, de la grosería que se ha desatado por todas partes pero no dan, no tienen bomberos suficientes y los que hay no tienen los recursos necesarios. En el metro, así como por la calle, gente en sin camiseta, descalza. Los jefazos catalanes deberían pensar un poco en las consecuencias de sus acciones antes de dar normas. Si ellos no tienen la capacidad de hacerlo, deberían pedir consejo aunque para ello tuvieran que someter con humildad sus duras cervices.