Las personas extranjeras que practican la mendicidad en las ciudades y en los pueblos de España, como en otras naciones europeas, están en manos de las mafias. Cuando pregunté a profesores universitarios de Chequía: ¿Aquí no hay mendigos?, me respondieron: “Las mafias han recogido a los mendigos de los Balcanes y los han llevado a países ricos. Ese negocio es mucho más rentable en Barcelona, Lisboa, Paris, Berlín que aquí”. Los mendigos viven hacinados en viviendas insalubres. La mafia los coloca en lugares estratégicos por la mañana y recoge por la noche. “En casa, los empresarios pasan cuentas y castigan a los que no han recogido lo estipulado”, me dijeron.