Novela histórica

No hace mucho tiempo conocí a un padre de cuatro hijas, que un día allá por el 80 del siglo pasado quedó en paro y pagó los estudios de sus hijas, una bióloga, otra filósofa y la tercera farmacéutica, recogiendo papeles, periódicos que vendía a peso y libros viejos que vendía por unidad según su valor. Además se hizo una biblioteca “para mis hijas” con algunos ejemplares de enorme valor. Este hombre, que sólo frecuentó la escuela hasta los 14 años, es un lector empedernido y discutimos sobre filosofía, teología y literatura.
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