Los responsables de los clubs gastaron y derrocharon a mansalva, a manos llenas lo que tenían y lo que pidieron prestado. Ahora los clubs están endeudados hasta las cejas y gritarán socorro porque han gastado dinero en fichajes absolutamente demenciales y pagado cantidades astronómicas a los entrenadores. Todo el mundo sabe que “ser futbolista es la mejor carrera porque ganan dinero a espuertas”. “No hay científico en el mundo que gane el dinero que gana un famoso entrenador”. Quienes deben solucionar el problema y rendir cuentas ante los socios son los dirigentes pero por disparar con pólvora del rey y por serle rentable la amistad con las estrellas del fútbol, los políticos puede que acudan raudos a prestarles auxilio.