En la noche vieja, noche de las trastadas, los mozos atrancaban los encrucijadas con troncos, sacaban de las cuadras los burros, arrastraban los carros desde los patios hasta los caminos. “Ponían el mundo patas arriba; era como si todo se terminara para empezar de nuevo”. Hoy todos los mozos se fueron a la villa después de cena. Ayer, día 1, las gentes viniendo de misa pasaron por la casa de cada uno de los Manueles para tomar una copa. Al medio día las familias comieron en casa de los parientes Manueles. Por la tarde, al lado del fuego de la lareira (hogar) los Manueles esperaron la visita de los amigos que vinieron a felicitarle y a tomarle la copa. En el atrio de la iglesia antes de entrar a misa, en el bar, al lado del fuego, recordamos a los que nos dejaron durante el año pasado y casi nadie se aventuró a pronosticar sobre lo que podrá pasar durante el año nuevo porque todo “depende”. “¿De qué?” Si lo supiéramos no dependería.