Un grupo de intrépidos y aguerridos abogados murcianos han salido a buscar aventura para conseguir fama imperecedera. En el camino, han avistado un molino de viento que domina sobre Monteagudo. Todo el mundo les ha dicho que no es un molino sino un monumento al Sagrado Corazón que indica al viajero que está transitando por la fértil huerta murciana cerca ya de la bella ciudad de Murcia pero ellos, inasequibles al desaliento, siguen impávidos en su aventura. Algunos amigos los han amonestado diciendo: “Con la Iglesia hemos topado, amigos”. Ellos les han respondido: “¡Leoncitos a nosotros!”. A continuación, piensan culminar su aventura, batiéndose lanza en ristre contra todos los molinos que el común denominador de los mortales llama campanarios y torres de iglesia.