El folión

Hoy, víspera dela fiesta de San Antonio. Antaño, con un tizón que llevaba del fuego de la lareira, el fuego nuevo traído de la hoguera de la Vigilia Pascual, un hombre del pueblo encendía el folión que los niños del pueblo habían hecho durante los cuarenta días anteriores con leña robada de donde podían. “Nadie quería darla pero nadie podía tomar represalia porque para hacerlo se necesitaba leña y no había otra manera de conseguirla que robándola”. La música tocaba sin parar mientras ardía el folión rodeado por todos los vecinos. Cuando las llamas iban de retirada, las gentes, aturdidas con el ruido de trombones, trompetas, bombos, tambores y el estallido d fuegos de artificio, saltaban por encima pidiendo deseos. “Todo eso se acabo. Hoy, después de cenar, toca la orquesta, a veces, sólo para perturbar el descanso de los pájaros y los bichos del monte, porque a penas hay quien baile”.
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