Lo inefable

Es como si el bosque, las cumbres nevadas del Cebreiro, se convirtieran en el templo de lo sagrado y yo caminara rompiendo la pureza, la sencillez y la espontaneidad del misterio que me envolvía. Me sentía identificado con las cosas y con los sentimientos que me provocaban, pero las cosas se escapaban del encierro de las palabras que me venían a la imaginación y que me parecían mezquinas y aún insolidarias. Sentí que la montaña, el hielo, la nieve que yo pisaba no es la que me describen los geógrafos, los físicos, los científicos. Me haría falta inventar un lenguaje nuevo, ser poeta, única manera de revelar a los demás lo que yo sentía que las cosas me hacían ver y me decían de mí mismo. Cada cosa me llevaba a otra cosa y más allá de las cosas que no me parecían más que sombras de otras cosas, tal vez de lo inefable.

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