Ida (Polonia/Dinamarca, 2013. Dir. P. Pawlikowski). De Casi sin banda sonora, sin color. En blanco y negro. Lo sugerido, lo no dicho, es lo más importante de la película, lo que llena la pantalla y la mente del espectador. Puede que recuerde la lucha de los padres de Maribel y la de la familia de los marineros que mueren en alta mar por encontrar los cadáveres porque “nadie puede dormir tranquilo mientras no haya enterrado a los suyos”. No hay sobre actuación ni impostaciones por parte de nadie; austera, sencilla (sólo en apariencia). Es la de construcción de mito socialista, del paraíso que nunca existió y, además, es imposible. Los que le han dedicado la vida la han quemada en aras de la nada. Está transida de aliento espiritual, de trascendencia. Se podría titular La vocación, tal vez La busca. Una vez gustados los mieles de lo absoluto ¿es posible que lo terrenal pueda llenar?