Sentí vergüenza ajena al ver al señor Durán y Lleida, sin corbata, comiendo una manzana por la calle. Me recordó a los que van en metro comiendo el bocata y salpicando al vecino. En tiempo de elecciones el político tiene que avenirse a situaciones que no son nomales en su día a día pero sin contradecir su imagen habitua. ¡A algunos políticos les convendría que el pueblo fuera idiota. El político no puede dirigirse al hombre que él hubiera deseado que fuera sino al hombre que es, y éste tiene perfectamente calados a los políticos. ¡Qué poco trato tienen los políticos con el señor Baruc!