La soledad del miercoles santo

Viendo este castaño, un viejo tronco casi en decrepitud (puede verse en mi cuenta de Facebook), pensé en aquello que dice Hölderling: “Húndete, sol bello, ellos te apreciaban poco, ni te conocían, oh Santo”,  porque no tenían energía suficiente de corazón para ver las cosas a la luz de lo auténtico e infundir a todo ser creado un sonido que es, al mismo tiempo, sagrado y cósmico. La contemplación de la finitud puede llevar al éxtasis de la infinitud, a pensar en el misterio de la existencia del misterio, en lo “tremendum et fascinosum”, gran motivo de toda el arte de todos los pueblos. Al amante se le hace visible, y casi presente y palpable, lo absoluto en la figura del amado. La soledad del viejo castaño me llevó a la soledad de Cristo y de su madre María en miércoles santo.

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