El obispo electo de Getafe tomará posesión el 24 de febrero Ginés García Beltrán: “Vengo con libertad, para estar entre la gente, no sabría ser obispo de otro modo”

(Jesús Bastante).- El obispo electo de Getafe, Ginés García Beltrán, tiene "una sensación agridulce". Tras conocerse su nombramiento, habla para RD sobre sus primeras impresiones y su futura misión. "Vengo con una gran libertad", señala el obispo, quien deja clara su vocación episcopal: "Me gustaría estar entre la gente, no sabría ser obispo de otro modo".

El nuevo obispo de Getafe supo de su designación hace dos semanas. "Me llamó el Nuncio, aunque había oído los rumores". La noticia le supuso alegría, responsabilidad y una cierta pena, "porque me cuesta dejar esta tierra, Guadix, lo que significa que hay corazón", apunta. Tomará posesión el próximo 24 de febrero.

"Paso de una de las diócesis más antiguas de España a una Iglesia nueva, que no tiene tantas tradiciones, lo cual permitirá una evangelización muy directa", sostiene García Beltrán, quien admite no conocer mucho la diócesis de Getafe, una de las más grandes de España y "con un importante número de vocaciones, sacerdotes y vida asociativa".

"Vengo con gran libertad, para evangelizar y estar entre la gente, para ser pastor de los fieles, y también para acercarme a los más alejados", sostiene, consciente de que la misión en una diócesis rural como Guadix es bien distinta a la que habrá de llevar a cabo en una diócesis urbana. "Pero vengo sobre todo con humildad, que el Mesías ya vino", bromea.

En estos días, ha podido conversar con el obispo saliente, Joaquín López de Andújar, y con el auxiliar, José Rico Pavés (a quien muchos colocan como su sucesor en Guadix). "Se han hecho muchas cosas muy bien", apunta García Beltrán, quien insiste en que "yo me incorporo a una dinámica, no soy una superstar, aunque sí tengo mi propio estilo, como es natural".

Su llegada a Getafe coincide con los nombramiento de auxiliares para el Arzobispado de Madrid. Como diócesis sufragánea, el prelado asegura que "habrá buena relación" con el cardenal de Madrid, Carlos Osoro. "Yo tengo mucho afecto al cardenal, y aseguro que habrá buena relación y pastoral. Creo mucho en las provincias eclesiásticas, en el vínculo de unión entre los obispos de la misma zona. Yo vengo con ese ánimo, y sé que él lo tiene", confirma García Beltrán.

Unos deseos que se afirman en la carta de saludo a su nueva diócesis. "Sé que sois, somos, una Iglesia joven y con un gran dinamismo apostólico, que se abre al futuro con esperanza. Son muchas las personas, parroquias, comunidades, asociaciones y movimientos los que hermoseáis la Iglesia de Getafe con la variedad y riqueza de vuestros carismas. Os animo a seguir adelante, no os faltará el aliento y la compañía de vuestro obispo, que con vosotros seguirá esparciendo la semilla de la fe", afirma el nuevo pastor de Getafe.

"Soy consciente de que no vengo a comenzar nada, como tampoco nada terminará conmigo. La Iglesia es del Señor; y nosotros, instrumentos en sus manos. Continuaré esa preciosa cadena que es la sucesión apostólica, siguiendo con el espíritu y la tarea de mis antecesores", afirma el hasta ahora obispo de Guadix, quien pide a sus nuevos diocesano "rezar también vosotros por mí para que me gaste y me desgaste en vuestro servicio para gloria de Dios"

Por su parte, en una carta de despedida, el ya obispo emérito de Getafe, Joaquín López de Andújar, expresó su "más profundo sentimiento de gratitud a Dios y a los fieles diocesanos de Getafe" y les pide que reciban al nuevo obispo como "un don de Dios".

"Ver esta Diócesis tan llena de vida y de proyectos, con tanto futuro por delante, va a llenar de gozo el corazón del nuevo obispo, como ha llenado el mío", afirma López de Andújar, que dirige en su misiva palabras de gratitud a sus obispos auxiliares, a la curia, a los seminaristas, a los consagrados y a los laicos, especialmente a las familias, su "gran preocupación" y su "gran amor" durante todos sus años como pastor.


Primer saludo del obispo electo:

Que­ri­dos her­ma­nos y her­ma­nas en el Se­ñor de la dió­ce­sis de Ge­ta­fe:
Hoy me pre­sen­to ante vo­so­tros como vues­tro nue­vo  Obis­po. Lo hago con la con­fian­za del que se sien­te lla­ma­do y en­via­do a este mi­nis­te­rio por el Se­ñor, con el úni­co de­seo de ser en­tre vo­so­tros un pas­tor se­gún el co­ra­zón de Cris­to.
Agra­dez­co de co­ra­zón al San­to Pa­dre Fran­cis­co por la con­fian­za al en­co­men­dar­me el cui­da­do pas­to­ral de la dió­ce­sis de Ge­ta­fe. Des­de aquí ma­ni­fies­to mi ad­he­sión y mi afec­to fi­lial a su per­so­na y mi­nis­te­rio.
Hace unos días re­ci­bí la no­ti­cia de mi nue­vo des­tino, y des­de en­ton­ces vie­nen sin ce­sar a mi ca­be­za y a mi co­ra­zón las pa­la­bras del após­tol San Pa­blo al co­mien­zo de su car­ta a los Co­lo­sen­ses: "Da­mos gra­cias a Dios, Pa­dre de nues­tro Se­ñor Je­su­cris­to, oran­do siem­pre por vo­so­tros, al te­ner no­ti­cia de vues­tra fe en Cris­to Je­sús y del amor que te­néis a to­dos los san­tos, a cau­sa de la es­pe­ran­za que os está re­ser­va­da en los cie­los..." (1,3-5).
He re­za­do por vo­so­tros, y aun sin co­no­ce­ros per­so­nal­men­te ya os quie­ro como hi­jos y her­ma­nos. La ora­ción del pas­tor ali­men­ta al pue­blo y for­ta­le­ce el cuer­po de la Igle­sia. Re­zad tam­bién vo­so­tros por mí para que me gas­te y me des­gas­te en vues­tro ser­vi­cio para glo­ria de Dios.
Como dice el Após­tol, he oído ha­blar de vues­tra fe, y sé que sois, so­mos, una Igle­sia jo­ven y con un gran di­na­mis­mo apos­tó­li­co, que se abre al fu­tu­ro con es­pe­ran­za. Son mu­chas las per­so­nas, pa­rro­quias, co­mu­ni­da­des, aso­cia­cio­nes y mo­vi­mien­tos los que her­mo­seáis la Igle­sia de Ge­ta­fe con la va­rie­dad y ri­que­za de vues­tros ca­ris­mas. Os ani­mo a se­guir ade­lan­te, no os fal­ta­rá el alien­to y la com­pa­ñía de vues­tro Obis­po que con vo­so­tros se­gui­rá es­par­cien­do la se­mi­lla de la fe.
Ven­go de una Dió­ce­sis que hun­de sus raí­ces en la tie­rra des­de los co­mien­zos mis­mos de la Igle­sia, la dió­ce­sis de Gua­dix, don­de he dado mis pri­me­ros pa­sos como Obis­po. Doy gra­cias al Se­ñor por todo lo que me ha con­ce­di­do vi­vir es­tos úl­ti­mos ocho años.
Aho­ra es el mo­men­to de co­men­zar una nue­va eta­pa de nues­tra vida. Soy cons­cien­te que no ven­go a co­men­zar nada, como tam­po­co nada ter­mi­na­rá con­mi­go. La Igle­sia es del Se­ñor, y no­so­tros ins­tru­men­tos en sus ma­nos. Con­ti­nua­ré esa pre­cio­sa ca­de­na que es la Su­ce­sión Apos­tó­li­ca, si­guien­do con el es­pí­ri­tu y la ta­rea de mis an­te­ce­so­res. Sa­lu­do con gran afec­to a Mons. Ló­pez de An­dú­jar, nues­tro que­ri­do D. Joa­quín, hom­bre bueno y en­tre­ga­do a su pue­blo, y le agra­dez­co de co­ra­zón su aco­gi­da tan cer­ca­na y fra­ter­na des­de el pri­mer mo­men­to. Sabe que con­ta­mos con él. Tam­bién mi sa­lu­do fra­terno al Sr. Obis­po Au­xi­liar, Mons. José Rico Pa­vés, jun­tos tra­ba­ja­re­mos des­de el mi­nis­te­rio epis­co­pal para vues­tro bien.
Os sa­lu­do con afec­to a vo­so­tros, que­ri­dos her­ma­nos sa­cer­do­tes. Un Obis­po poco pue­de ha­cer sin la ayu­da y la co­la­bo­ra­ción de su Pres­bi­te­rio. Cuen­to con vo­so­tros para la her­mo­sa ta­rea de la evan­ge­li­za­ción, y he­mos de ha­cer­lo con el tes­ti­mo­nio de nues­tra fra­ter­ni­dad. For­ma­mos un cuer­po sa­cer­do­tal que ca­mi­na y vive uni­do en la ri­que­za de la plu­ra­li­dad. El tes­ti­mo­nio de nues­tra san­ti­dad será el me­jor ejem­plo para el pue­blo que se nos ha en­co­men­da­do.
A vo­so­tros, que­ri­dos se­mi­na­ris­tas, un pa­la­bra de ca­ri­ño y es­pe­ran­za. El Se­mi­na­rio tie­ne que se­guir sien­do el cen­tro de nues­tra dió­ce­sis, y vo­so­tros los me­jo­res agen­tes de la pas­to­ral vo­ca­cio­nal. Ánimo, que el Se­ñor es buen pa­ga­dor al que se en­tre­ga a su ser­vi­cio.
He pen­sa­do mu­cho en vo­so­tros, que­ri­dos con­sa­gra­dos. En las re­li­gio­sas con­tem­pla­ti­vas que nos sos­tie­nen con su ora­ción, y los de­más re­li­gio­sos y re­li­gio­sas de la dió­ce­sis. No me pue­do ol­vi­dar de los miem­bros de Ins­ti­tu­tos se­cu­la­res y So­cie­da­des de vida apos­tó­li­ca u otros mo­dos de con­sa­gra­ción. Con vues­tros ca­ris­mas en­ri­que­céis la vida de la Igle­sia.
Y a vo­so­tros, pue­blo san­to de Dios. A los ni­ños, a los jó­ve­nes, a las fa­mi­lias, a los que for­máis par­te de aso­cia­cio­nes de fie­les o de mo­vi­mien­tos ecle­sia­les; a to­dos mi sa­lu­do y el de­seo de en­con­tra­ros pron­to.
No quie­ro de­jar de di­ri­gir­me de una ma­ne­ra es­pe­cial a to­dos lo que pa­sáis por el su­fri­mien­to, a los po­bres, a los en­fer­mos, a los que ha­béis vi­vi­do o es­táis vi­vien­do las con­se­cuen­cias de la cri­sis eco­nó­mi­ca, a los que ha­béis lle­ga­do de otros paí­ses. Es­táis en el co­ra­zón de vues­tro nue­vo Obis­po.
Mi sa­lu­do y mi res­pe­to a la au­to­ri­da­des ci­vi­les, con las que es­pe­ro te­ner la cer­ca­nía y co­la­bo­ra­ción ne­ce­sa­rias por el bien de los hom­bres y las mu­je­res de esta tie­rra.
Pon­go mi mi­nis­te­rio epis­co­pal en­tre vo­so­tros en el re­ga­zo ma­terno de la Vir­gen San­tí­si­ma bajo la ad­vo­ca­ción de los Ánge­les, pa­tro­na de nues­tra Dió­ce­sis, y pido la in­ter­ce­sión de nues­tros san­tos, Be­ni­to Men­ni, Ma­ra­vi­llas de Je­sús y Faus­tino Mín­guez, y la de los bea­tos, Mª Ánge­les de San José y Ja­cin­to Ho­yue­los.
A los pies del Sa­gra­do Co­ra­zón de Je­sús, en el cen­tro de la vida de nues­tra Dió­ce­sis dejo mi ora­ción con las pa­la­bras de San­ta Ma­ra­vi­llas de Je­sús: "Lo que Dios quie­ra, cuan­do Dios quie­ra, y como Dios quie­ra".
Con mi afec­to y ben­di­ción.
+ Gi­nés Gar­cía Bel­trán
Obis­po elec­to de Ge­ta­fe


Volver arriba