Emotiva, y respetuosa, la serie emitida anoche por Antena 3 sobre el "caso Mari Luz". Sin morbo gratuito, con una buena elección de la música y una emoción contenida a lo largo de las tres horas largas que duró la emisión (incluidos los interminables anuncios publicitarios, alguno de los cuales cortaba por completo -por su duración y por el momento en el que se insertó- el ritmo de la trama). Se nota la supervisión de la familia Cortés. El valor y la esperanza, pese a todo, de esa familia, es admirable. Y un toque de atención para aquellos que, un año después, han utilizado el caso para, una vez más, fomentar la politización de la Justicia.

No obstante, creo que algunos de los mensajes sobreimpresionados al final sobraban, sobre todo lo referente a la multa al juez por su dejadez. Son dos temas distintos, en mi opinión. Y, al menos jurídicamente, no se puede establecer una relación causa-efecto (el principal acusado todavía no ha sido juzgado, y menos condenado). Y, sobre todo... no sé si ha pasado el tiempo suficiente para contemplar un relato guionizado de la desaparición y muerte de Mari Luz en la pequeña pantalla.

Es vital que lo sucedido, y que el ejemplo de Juan José Cortés, no se olviden. Pero tal vez hubiera necesario algo más de distancia. Aunque, claro, cómo explicas esto a alguien que todos los días recordará lo que pasó, que no lo puede arrancar de su corazón, que tiene el alma desgarrada. Alguien para quien todos los días, desde hace un año, son días sin luz.

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