La Ley de Libertad Religiosa no tocará los Acuerdos con ninguna confesión

No se ha planteado que sea una Ley de Conciencia, como propugnan los sectores más laicistas, pero sí que incluya dentro de la reforma de la Ley aspectos relacionado con las defensas de las ideas no directamente tocantes con las religiones. De ahí que los ateos, agnósticos y asociaciones como Europa Laica tengan cabida dentro del debate de la futura reforma.
Que los obispos, pues, no se alarmen ni busquen campañas de ataques contra la Iglesia. No las habrá. Otra cosa es que puedan llegar a regularse aspectos no tratados hasta la fecha, como la presencia de crucifijos en las tomas de posesión, pero que nadie espere una hecatombe. Las personas que están elaborando la nueva ley, además, están convencidas de la necesidad de crear espacios en lo público para las distintas religiones, lo cual choca con la visión apocalíptica -propia de los sectores más radicales, tanto a la izquierda como a la derecha, además de en algunas confesiones- que prevé que poco menos se prohibirá la representación pública de la fe. Nada más lejos de la intención de los que están elaborando los puntos básicos de la ley, que sí es cierto han visto cómo, ahora, el Ejecutivo socialista quiere impulsar su aprobación para antes de que termine el año. Si es como nos dicen, será bienvenida.
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