Les recomiendo vivamente que lean la
homilía de
José Ignacio Munilla en la festividad de
San Ignacio de Loyola. Una reflexión sensata, con puntos de cal y de arena, en la que Munilla desgrana algunas de sus claves de gobierno. En especial, la identificación con la
obediencia al Papa demostrada por el fundador de la Compañía de Jesús, la denuncia del relativismo y de las religiones "a la carta". Munilla en estado puro. Un buen punto para la esperanza: el llamado a la
necesaria autocrítica, que todos -también él,por cierto- deberíamos hacer nuestra. Por salud, y por fidelidad al Evangelio -y no sólo a una concepción desacertada y excluyente de la institución y la pertenencia a la Iglesia-. Aunque Munilla no es el santo de Loyola, bien está ponerlo como ejemplo. Y fijarse en el modelo de obediencia, libertad y vida en la frontera de la Compañía de Jesús por él fundada.
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