Tuvieron su momento de gloria, en pleno agosto, antes de la visita del papa, cuando no había noticias. Pero, como sucede siempre, nos hemos vuelto a olvidar de África, del
Cuerno de África, de la hambruna y la sequía en Somalia, Kenia y Etiopía.
La JMJ, Libia, la reforma constitucional... han fagocitado el impacto mediático de la crisis humanitaria. Pero la gente, los niños,
siguen muriendo de hambre y sed por centenares cada día. Una crisis cíclica, sí... pero díganselo a los que mueren hoy... ya que no podemos decírselo a los que murieron en el anterior giro de la rueda.
Según nos cuentan, la situación empeorará en los próximos meses. Se prevé un nuevo genocidio "natural" (así lo empiezan a denominar algunos "expertos"), mientras en el Norte nos deprimimos porque se nos han acabado las vacaciones, las fiestas y las reivindicaciones. ¿Todos? Bueno, no todos. Como en la pequeña aldea gala de Astérix, unos intrépidos continúan luchando, pensando que otro mundo es posible. Muchos, lo hacen desde su fe, y desde organizaciones como
Cáritas o Manos Unidas que no se olvidan del Cuerno de África. ¿Podremos seguir recordándolos, aunque ahora venga el frío, la vuelta al cole y el cansancio? ¿Sabremos diferenciar, nuevamente, entre lo importante y lo urgente?
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