Viene en "olor" de multitudes. Un centenar de periodistas, 43 obispos, más de 300 sacerdotes, miles de personas, pantallas gigantes en la plaza... La entrada de Juan José Asenjo como arzobispo coadjutor de Sevilla se presenta como uno de los grandes acontecimientos del devenir eclesiástico en nuestro país en este año que comienza. Un Asenjo que, cuando así lo decida el Papa, sustituirá al cardenal Amigo al frente de la diócesis hispalense pero que, entre tanto, llega dispuesto a dejarse empapar por la idiosincrasia sevillana, distinta a la cordobesa.

Asenjo, que es buena persona (de ello doy fe), y ha sido buen obispo en sus dos anteriores destinos (Toledo y Córdoba), ha comenzado con muy buen pie. Esto es: mostrándose dispuesto a colaborar en lo que sea posible con su cardenal, y a aprender (y aprehender) todo lo necesario para, una vez consumada la transición, ésta sea beneficiosa para TODA la Iglesia de Sevilla. Por ende, para TODA la Iglesia andaluza.

Conociendo a don Juan José estamos convencidos de que observará, tomará notas en su particular "cuaderno azul" y, sobre todo, tratará de no ponerse en contra a ningún colectivo. Sevilla no es Córdoba, y parece que Asenjo ha aceptado esta tesis desde el principio. Muy buena suerte, señor obispo. Mañana, y en el futuro.

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