La generación de Benedicto XVI

Miles de jóvenes, ayer, en Cibeles. Y en Alcalá, Recoletos, Prado... Miles de sonrisas por la calle, miles de buenos rollos por doquier... un lujo de invasión, vaya. Los "papaboys" ya están en Madrid, y ayer dieron un grandísimo ejemplo de educación, felicidad y fidelidad a un objetivo común: el seguimiento de Cristo, a través de muchos carismas diferenciados (allí había salesianos, calasancios, jesuitas, focolares, opus, parroquianos...), y la alegría.

En un mundo cansado, triste y roto por las costuras, con la economía haciendo mutis por el foro y las seguridades al descubierto, la presencia de tantos miles de jóvenes en torno a un bien común, que no hace mal a nadie, supone un soplo de aire fresco, y más en un Madrid agobiado por el calor. Ayer Rouco les llamó "la generación de Benedicto XVI". No estoy yo muy de acuerdo con la expresión, pero eso es lo de menos. Para mí son parte de una generación que, una vez más, tiene entre sus obligaciones la de cambiar el mundo. Y, partiendo del don de la fe, puede que todo sea mucho menos complicado.

Nos queda la esperanza, reforzada por la alegría y la vida que tantos chicos y chicas nos ofrecen con sus palabras, sus aplausos, sus guitarras y sus gritos. Aunque a veces puedan ponerse pesados. Bendita pesadez la que surge del amor de Dios hecho vida. Otro día hablaremos de la cara B, del viaje.... pero hoy es justo rendir un homenaje a aquellos que, desde primera hora de la mañana, abarrotaban las calles de Madrid y no tenían miedo de hablar de Dios, de ir por todo el mundo anunciando el evangelio. ¡Bienvenidos!

baronrampante@hotmail.es
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