La semana pasada tuve una experiencia desagradable con recibir un correo de alguien bastante relevante que me echaba en cara determinadas informaciones sobre la JMJ. Como uno ya no está para que le traten como a un niño pequeño, y encima le hagan comulgar con ruedas de molino, corté la conversación, y por eso mismo no voy a revelar ni su nombre ni lo que dijo. Fui yo quien cortó el debate, así que ahí queda. Simplemente lo recuerdo porque, lamentablemente, nos siguen mintiendo. Un mínimo ejemplo. El presidente de la Xunta de Galicia, Núñez Feijóo, confirma que el presupuesto de la visita (ocho horas) de Benedicto XVI a Compostela costará cuatro millones de euros. La visita a Barcelona, al día siguiente, girará en torno a los seis-ocho millones de euros. Sin embargo, para la JMJ de Madrid 2011 "no hay presupuesto".

Ni financiación estatal, autonómica o municipal. Claro. Por eso se firman convenios de colaboración con Esperanza Aguirre -hace unas semanas- y con el alcalde Gallardón -ayer mismo-. Y es el Espíritu Santo el que financiará los abonos transporte, los espectáculos culturales específicos, los seguros, traslados, limpieza... de los pasos de Semana Santa, la seguridad del Papa y de su séquito, la limpieza de las calles, la cesión de Cuatro Vientos, Cibeles, el Paseo de Recoletos, el Palacio de Congresos, la Caja Mágica, el auditorio de parque Juan Carlos I...

No hay cifras, ni las habrá, pese a que el "presupuesto" que se maneja (en los entornos eclesiásticos y políticos) ya supera los 50 millones de euros. Que afortunadamente no pagarán los jóvenes -entre otras cosas, porque sólo se inscribe un 20% de los que acuden-. No hay presupuesto, no, qué va. Lo que no hay, a un año de la JMJ, es un proyecto de pastoral juvenil antes, durante y después de la visita papal, lo que está obligando -gracias a Dios que existen- a congregaciones como jesuitas, salesianos, franciscanos... a preparar actividades paralelas de preparación y envío. No interesan proyectos pastorales, sino cifras, en esta caso no de costes, sino de presencia. A mayor gloria de...
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