Jesús y el fariseísmo (II). Educación de Jesús (22-11-2016)

Escribe Antonio Piñero


La perspectiva atenta y comparativa sobre el tema “Jesús y los fariseos” ayudará, y mucho, a ver el comportamiento de la tradición evangélica: se percibirá, sobre todo al final del análisis de variados textos y en una vista de conjunto, cómo son erróneas ciertas percepciones que se nos ofrecen como seguras en lecturas rápidas de los Evangelios, lecturas no comparativas, es decir, no teniendo en cuenta los paralelos de los otros evangelistas.


Es interesante –opino– comprobar cómo la tradición aumenta el papel negativo de los fariseos en las discusiones que Jesús mantuvo según los textos con diversos tipos de personajes. Este hecho es muy perceptible: basta con comparar sinópticamente los textos en los que en alguno de ellos aparecen los fariseos como enemigos de Jesús y cómo en otros no hay nada. A veces es tan perceptible que se nota en un mismo y único texto sin recurrir a la comparación. Así:


Mc 3,1-8: “Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. 2 Estaban (¡obsérvese el impersonal!:varios e indeterminados) al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle…Y luego, de repente, en el v. 6, que es claramente secundario, ya aparecen los fariseos como añadidos –muy probablemente por Marcos mismo–– a una historia que la tradición había transmitido como propia de adversarios o dialogantes anónimos. Escribe Marcos sin haberlo justificado antes: “En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle.”

Otro caso en el que basta igualmente con analizar el texto de un solo evangelista para observar el añadido, por parte del evangelista del vocablo “fariseos” a una tradición previa. Así Mc 8,10-13:

“Subió a continuación (Jesús) a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanutá. 11 Y salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. 12 Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice (Jesús): «¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará, a esta generación ninguna señal.» 13 Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.


Parece bastante claro que “los fariseos” fueron aquí añadidos por Marcos para crear una situación concreta para un dicho de Jesús que en principio no estaba dirigido solo a los fariseos, sino a “esta generación”.

Otro ejemplo de añadido, opino que malicioso, observable en este caso por comparación sinóptica, es el siguiente:

• Lc 11,15 (Q): “Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios.»

• Mc 3,22: Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios.

• Mt 12,24: “Mas los fariseos, al oírlo, dijeron: «Este no expulsa los demonios más que por Beelzebul, Príncipe de los demonios.»

Obsérvese que Lucas recoge por su parte una tradición también indeterminada. Marcos añade que los oponentes son los escribas. Pero Mateo –cuya comunidad está aún dentro del ámbito sinagogal, después del 70 d.C. por supuesto, con el Templo ya destruido– y que tiene grandes problemas con los dirigentes de esa comunidad por su fe en Jesús como Mesías rechazada por la mayoría, añade, o cambia, para afirmar que los oponentes de Jesús eran fariseos.

Téngase en cuenta que los dirigentes de la comunidad judía a la que pertenecía el grupo de judeocristianos en los que estaba integrado Mateo eran ya fariseos declarados, prácticamente todos, pues eran los únicos supervivientes de la catástrofe de la lucha contra Roma (esenios y saduceos habían desaparecido y los celotas extremos también), y que estos fariseos empezaban ya a recomponer el judaísmo buscando una ortodoxia. A estos dirigentes les fastidiaba que un grupo de judeocristianos siguiera defendiendo y creyendo en un Mesías sedicioso a los ojos del Imperio Romano, ajusticiado en una cruz. En estas circunstancias de ataque a su comunidad por parte de los dirigentes, fariseos o filo fariseos, no es extraño que Mateo cargue las tintas contra los fariseos e intente “demostrar” en lo que es posible que el Maestro, Jesús, ya en vida había tenido graves problemas con los fariseos. Y así demostraba que no era extraño que ellos, sus seguidores los tuvieran también con el mismo grupo.

Y otra nota: un análisis de la “Fuente Q” nos muestra que no hay disputas con los fariseos estrictamente. Y es natural ya que los fariseos estrictos apenas existían en Galilea, como hemos indicado en una postal anterior.

Por tanto, primera conclusión:

Se constata una tendencia de la tradición, que pasa por escrito en los Evangelios: "Allá donde hay dudas de quién se oponía a Jesús o era indeterminado, los fariseos y los escribas aparecen en la tradición posterior sustituyendo a esos personajes indeterminados (algunos, la gente, etc.)”.

Seguiremos mañana con esta argumentación.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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