“Seguimos comentando la primera lista de discípulos, la del Evangelio de Marcos. Reino de Dios y fuego del infierno”. Los discípulos de Jesús (VII) (893)




Escribe Antonio Piñero


Lo que nos queda por comentar brevemente del pasaje del Evangelio de Marcos que iniciamos el día anterior es el siguiente (Mc 3,14-19):

… Para enviarlos a predicar (15 con autoridad para expulsar a los demonios; 16 y constituyó a los Doce): a Simón le dio el sobrenombre de Pedro, 17 a Jacobo el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Jacobo, los apodó también Boanergés, que significa «tronantes; 18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo el de Alfeo, y Tadeo, Simón el cananeo 19 y a Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

“Para enviarlos a predicar”: el griego dice literalmente “proclamar” (kerýssein) como lo hace un heraldo (que se dice kéryx). El uso de este vocablo nos hace preguntarnos a “predicar / proclamar” qué cosa. En principio no lo sabemos. Entonces es preciso buscar alguna luz en los pasajes paralelos, que son Mt 10,1 y Lc 6,12. Pero en estos paralelos no encontramos nada explícito. Sin embargo, no estamos absolutamente a ciegas si buscamos otros paralelos evangélicos. Y hallamos los siguientes:

El primero es Evangelio de Marcos 6,6-7: “Y (Jesús) recorría los pueblos del contorno enseñando. Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos”

Mc 6,30: “Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado”.


En el paralelo de Lc 6,13 no encontramos nada explícito. Pero sí en Lc 9,1-2, que habla del envío de los apóstoles que había elegido: “Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el eino de Dios y a curar”.



El Evangelio (declarado apócrifo) de los ebionitas (que podemos considerar una fracción judeocristiana que seguía quizás las huellas de la comunidad judeocristiana de Jerusalén bajo la égida de Santiago, el “hermano del Señor” (Gal 1,19) y que probablemente también seguían el espíritu del Jesús histórico como estrictamente judío, mesías y maestro de la Ley) se lee:


(Habla Jesús: “Pasando junto a la orilla del lago Tiberíades, elegí a Juan y a Santiago, hijos de Zebedeo, a Simón y a Andrés, a Tadeo, a Simón el Celota y a Judas el Iscariote. Y a ti también, Mateo, que estabas sentado en la oficina de los tributos, te llamé y tú me seguiste. Quiero, pues, que vosotros seáis doce apóstoles para testimonio de Israel” (citado por Epifanio de Salamis, Contra las herejías 30, 13; PG 41, 428C-Pablo; lo he tomado de la obra colectiva “Todos los Evangelios”, EDAF, p. 623).


De estos paralelos deducimos que los apóstoles –enviados por Jesús en nombre suyo a las villas y ciudades pequeñas (no consta que fueran a las grandes) a donde él creía que no podía llegar ya que pensaba que el reino de Dios vendía de inmediato–, proclamaban / enseñaban / para testimonio de Israel. Probablemente esta predicación es la misma que enseñaba/proclama Jesús al principio de su ministerio público y que Mc 1,14-15 resume así:

“Después que Juan (Bautista) fuera entregado (y asesinado), marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva»”.


Esta proclama era la misma que la de Juan Bautista en sus líneas esenciales, tal como testimonia Mt 3,2: “«Convertíos porque ha llegado el reino de los cielos».


Es posible, pues, que al principio de su ministerio tanto Jesús como sus discípulos continuaran el mensaje esencial de Juan Bautista. Más tarde, sin duda, el grupo nuevo de Jesús (desgajado del de Juan Bautista, y con seguidores de este) tendría que predicar algo más y nuevo, porque de lo contrario no e explica que Jesús fundar su propio grupo.


La frase para testimonio de Israel del Evangelio de los ebionitas no significa otra cosa que al proclamar esta doctrina exigían la conversión de los israelitas que temían a Yahvé, so pena de ser condenados al fuego eterno si no la escuchaban. Tanto Mt 3,10 y Lc 3,9 testimonian que esto era así. Transcribo el texto de Mateo que considero anterior al de Lucas:



“Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego”.


En síntesis, y si no me equivoco, la predicación primitiva de Jesús y de sus discípulos era muy parecida, o igual en lo sustancial a la del Bautista, y no era de ningún modo una proclamación / predicación de paz, amor y de solo perdón por parte de Dios, sino una predicación que contenía gran parte de amenazas ( = el fuego, se sobrentiende eterno), si no había una respuesta de arrepentimiento por parte de los israelitas. No se hace mención alguna de los paganos.


Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
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