América L. descubrimiento y evangelio
El encuentro Europa y América Latina, que se ha producido estos días en Madrid con un claro aire de diálogo y entendimiento, hace que nos remontemos más de 500 años atrás. De este modo, analizando el origen primero, podremos comprender mejor el encuentro reciente. La pregunta obligada es la siguiente: ¿fue aquel un descubrimiento o un encuentro por casualidad?. ¿Fue un choque de culturas y de pueblos? ¿una invasión, una conquista?.
Creo que es llegado el momento de pensar más en que fue un encuentro de continentes, de pueblos. Cuando los antropólogos honestos y el Consejo Indigenista Misionero constatan las políticas de los gobiernos del continente respecto a los indígenas, piensan en la "integración" de esas culturas y de esos pueblos a una supuesta nación mayor, a una mayor y mejor cultura. Piensan en una integración de unos pueblos con otros pueblos y con otros continentes.
Se dice que "América Latina puede y debe darle a Europa mucha ecología, mucha naturaleza, mucha gratuidad, mucha alegría, mucho colorido, mucha hospitalidad, mucha solidaridad, mucha utopía y mucha esperanza"...
Otra pregunta obligada es ésta: ¿Fue una evangelización? De ser así fue una evangelización muy impositiva, culturalista y poco evangélica, porque se decía que sirviendo al Señor se servía a la vez al Rey; trayendo el Evangelio traía también cultura europea, ibérica; creyendo anunciar el Reino de Dios imponía el Imperio.
En definitiva, no tenía una teología que supiera distinguir todo esto. Posiblemente las circunstancias no ayudaron pero eso no impide que nosotros lo critiquemos hoy para que no se repita en adelante.
Fue una evangelización violentadora, que provocó estos eclecticismos que después hemos condenado muy suavemente. Fue una evangelización ambigua, cuyos efectos nocivos bay que lamentar más que celebrar. En todo caso, es preciso recordar que en la conmemoración de los 500 años del descubrimiento se dijo que se trataba de una celebración penitencial para pasar después a ser la evangelización "nueva" de la que habló el Papa Juan Pable II en ese aniversario. Todo lo cual nos obliga a "desconolizar" y a "desevangelizar".
Desconolizar significa volver a las fuentes de identidad latinoamericana, dejar que América Latina sea lo que originariamente es, permitir que se realice como continente de todos, con una unidad radical, indígena, negra o criolla. Significa que se libere del sometimiento a que está sometida hoy por una deuda externa injusta, que el pueblo latinoamericano no hizo y no puede pagar, porque ya lo pagó con la materia prima, con la mano de obra barata, entregando sus propios bienes, el suelo, el subsuelo... Una deuda que es pecado pagar, que es pecado cobrar.
¿Qué significa "desevangelizar"? Desevangelizar significa descolonizar la evangelización. Porque el evangelio vino a América Latina envuelto en una cultura al servicio de un Imperio, el ibérico en un principio. Más que el mensaje evangélico limpio, supracultural, liberador, vino un mensaje de importación cultural que a lo largo de los 500 años ha hecho que en América Latina no se pudiera dar realmente una Iglesia autóctona.
Desevangelizar lo mal evangelizado en América Latina sólo puede significar partir para una plena liberación socio-político-económica, cultural, integral; sólo puede significar evangelizar liberadoramente los procesos históricos de nuestros pueblos. Estos procesos de liberación, a la luz de la fe, se incorporan, forman parte, construyen en cierta medida, anuncian, preparan, esperan...el gran Proceso del Reino".
(Ver Pedro Casaldáliga, Al acecho del Reino)