Dios laico y virtudes públicas en Ortega
Capítulo Séptimo
La ciencia
(continuación)
Génesis de la ciencia moderna
Ortega se sirve de la figura del jeroglífico, para hacernos ver el origen de la ciencia moderna. Dice el jeroglífico: ¿"Me ves bien? Bueno, pues eso que ves de mí no es mi verdadero ser. Yo estoy aquí para advertirte que yo no soy mi efectiva realidad.
Mi realidad, mi sentido está detrás de mí, oculto por mí. Para llegar a él tienes que no fiarte de mí, que no tomarme a mí como la realidad misma, sino, al contrario, tienes que interpretarme y eso supone que has de buscar como verdadero sentido de este jeroglífico otra cosa muy distinta del aspecto que ofrecen sus figuras".
La ciencia es eso, interpretación de los hechos. Estos por sí solos no nos dan la realidad, sólo dan problemas, enigmas que hay que descubrir. La verdad la llamaban los griegos alétheia, que significa descubrimiento, quitar el velo que cubre y oculta algo. Los hechos cubren la realidad y mientras permanezcamos en su pululación innumerable estaremos en el caos, en la confusión. Para descubrir la realidad tenemos que retirarnos de los hechos en torno nuestro y quedarnos solos con nuestros pensamientos.
A continuación fabricamos una realidad imaginaria y permaneciendo en nuestra soledad imaginativa, hallamos qué aspectos visibles, qué hechos produciría esa realidad imaginada por nosotros con los hechos efectivos que nos rodean. Si casan unos con otros, es señal de que hemos interpretado bien el jeroglífico, esto es, hemos descubierto la verdad que los hechos ocultaban.
Esto es lo que hace la ciencia en dos operaciones distintas, una imaginativa que el hombre hace libremente con su mente, y otra, en la que confronta lo que ha imaginado él con los datos, los hechos reales. La realidad no es el simple dato o hecho desnudo, sino la construcción que el hombre hace con el material dado. Todo el que se ocupa de labores científicas lo sabe.
Esto es la ciencia moderna; sus creadores sabían que en un momento determinado tenían que desentenderse de los hechos, de los fenómenos constatados y ocuparse en pura tarea de imaginación. Por ejemplo, los cuerpos se mueven en muy diversas direcciones y velocidades. En tan inmensa variedad nos perdemos y por muchas observaciones que hagamos directamente sobre los hechos en movimiento, no lograremos descubrir el verdadero ser del movimiento.
¿Qué es lo que hace Galileo? "En vez de perderse en la selva de los hechos entrando en ellos como pasivo espectador, comienza por imaginar la génesis del movimiento en los cuerpos lanzados. Mobile quoddam super planum horizontale proiectum mente concipio omni seclusso impedimento. Es decir, 'concibo por obra de mi mente un móvil lanzado sobre un plano horizontal apartado todo impedimento'.
Así inicia Galileo la Jornada cuarta de su libro postrero titulado Diálogo de las nuevas ciencias o Discorzi e dimostrazione in torno a due nuove scienze attenenti a la Mecanica ed ai movimenti locali. Estas nuevas ciencias son, nada menos, la física moderna".
Se trata de un objeto móvil imaginario en un plano idealmente horizontal y sin estorbo alguno (los estorbos que Galileo imagina son los hechos), ya que todo cuerpo observable se mueve entre impedimentos que rozan entre sí. Comienza, por tanto, construyendo mentalmente una realidad. "Solo cuando tiene ya lista su imaginaria realidad observa los hechos, mejor dicho, observa qué relación guardan los hechos con la imaginaria realidad".
(Galileísmo de la Historia V, 15-17).
Ciencias históricas
Ortega espera que los historiadores se decidan a hacer frente a los hechos históricos, lo mismo que Galileo hizo frente a los hechos físicos, covencidos de que la ciencia, toda ciencia de cosas, sean estas corporales o espirituales, es a la vez obra de imaginación y observación.
Precisamente el carácter imaginativo de la ciencia la hace hermana de la poesía, aunque la imaginación de Galileo y la de un poeta sean radicalmente distintas: la de aquel es imaginación exacta. Por tanto, el móvil y el plano horizontal que Galileo concibe en su mente son figuras rigurosamente matemáticas. La materia histórica, por el contrario, no tiene nada en común con lo matemático. ¿Tendrá entonces que renunciar a ser construcción, es decir, una ciencia y declararse irremediablemente poesía?.
Sin entrar a desarrollar esta cuestión, lo que Ortega pretende es insinuar los presupuestos generales que hacen posible una historia verdaderamente cientítica. Por eso, él no comparte la tesis de uno de los grandes historiadores, Leopolde Ranke, que se opuso en las discusiones de su tiempo sobre la forma de ciencia histórica con estas palabras: "La historia se propone averiguar cómo efectivamente han pasado las cosas".
Para Ortega, estas palabras, conocida la polémica que las inspiraron, tienen un significado estúpido. "(Lo que ha pasado! (Lo que ha ocurrido o sido!" ¿Acaso se ocupa la historia de los eclipses que han ocurrido? Decididamente no. En la historia se trata de lo que le ha ocurrido o acaecido al hombre. Y es obvio que todo lo que acontece y pasa al hombre, le pasa y acontece en su vida, por lo que se convierte ipso facto en un hecho de vida humana.
Terminamos, que el verdadero ser, la realidad de ese hecho no es lo que éste como suceso bruto, aislado y por sí parezca tener, sino lo que signifique en la vida del hombre en general. En este sentido, un mismo hecho material tiene una realidad muy diversa según donde se inserte en la variedad de vidas humanas diferentes. Un hecho humano no es nunca un puro pasar o acaecer, es función de toda una vida humana individual o colectiva y pertenece a un organismo de hechos donde cada cual tiene su papel. La realidad del hecho, pues, no está en él mismo, sino en la unidad indivisa de cada vida.
La ciencia
(continuación)
Génesis de la ciencia moderna
Ortega se sirve de la figura del jeroglífico, para hacernos ver el origen de la ciencia moderna. Dice el jeroglífico: ¿"Me ves bien? Bueno, pues eso que ves de mí no es mi verdadero ser. Yo estoy aquí para advertirte que yo no soy mi efectiva realidad.
Mi realidad, mi sentido está detrás de mí, oculto por mí. Para llegar a él tienes que no fiarte de mí, que no tomarme a mí como la realidad misma, sino, al contrario, tienes que interpretarme y eso supone que has de buscar como verdadero sentido de este jeroglífico otra cosa muy distinta del aspecto que ofrecen sus figuras".
La ciencia es eso, interpretación de los hechos. Estos por sí solos no nos dan la realidad, sólo dan problemas, enigmas que hay que descubrir. La verdad la llamaban los griegos alétheia, que significa descubrimiento, quitar el velo que cubre y oculta algo. Los hechos cubren la realidad y mientras permanezcamos en su pululación innumerable estaremos en el caos, en la confusión. Para descubrir la realidad tenemos que retirarnos de los hechos en torno nuestro y quedarnos solos con nuestros pensamientos.
A continuación fabricamos una realidad imaginaria y permaneciendo en nuestra soledad imaginativa, hallamos qué aspectos visibles, qué hechos produciría esa realidad imaginada por nosotros con los hechos efectivos que nos rodean. Si casan unos con otros, es señal de que hemos interpretado bien el jeroglífico, esto es, hemos descubierto la verdad que los hechos ocultaban.
Esto es lo que hace la ciencia en dos operaciones distintas, una imaginativa que el hombre hace libremente con su mente, y otra, en la que confronta lo que ha imaginado él con los datos, los hechos reales. La realidad no es el simple dato o hecho desnudo, sino la construcción que el hombre hace con el material dado. Todo el que se ocupa de labores científicas lo sabe.
Esto es la ciencia moderna; sus creadores sabían que en un momento determinado tenían que desentenderse de los hechos, de los fenómenos constatados y ocuparse en pura tarea de imaginación. Por ejemplo, los cuerpos se mueven en muy diversas direcciones y velocidades. En tan inmensa variedad nos perdemos y por muchas observaciones que hagamos directamente sobre los hechos en movimiento, no lograremos descubrir el verdadero ser del movimiento.
¿Qué es lo que hace Galileo? "En vez de perderse en la selva de los hechos entrando en ellos como pasivo espectador, comienza por imaginar la génesis del movimiento en los cuerpos lanzados. Mobile quoddam super planum horizontale proiectum mente concipio omni seclusso impedimento. Es decir, 'concibo por obra de mi mente un móvil lanzado sobre un plano horizontal apartado todo impedimento'.
Así inicia Galileo la Jornada cuarta de su libro postrero titulado Diálogo de las nuevas ciencias o Discorzi e dimostrazione in torno a due nuove scienze attenenti a la Mecanica ed ai movimenti locali. Estas nuevas ciencias son, nada menos, la física moderna".
Se trata de un objeto móvil imaginario en un plano idealmente horizontal y sin estorbo alguno (los estorbos que Galileo imagina son los hechos), ya que todo cuerpo observable se mueve entre impedimentos que rozan entre sí. Comienza, por tanto, construyendo mentalmente una realidad. "Solo cuando tiene ya lista su imaginaria realidad observa los hechos, mejor dicho, observa qué relación guardan los hechos con la imaginaria realidad".
(Galileísmo de la Historia V, 15-17).
Ciencias históricas
Ortega espera que los historiadores se decidan a hacer frente a los hechos históricos, lo mismo que Galileo hizo frente a los hechos físicos, covencidos de que la ciencia, toda ciencia de cosas, sean estas corporales o espirituales, es a la vez obra de imaginación y observación.
Precisamente el carácter imaginativo de la ciencia la hace hermana de la poesía, aunque la imaginación de Galileo y la de un poeta sean radicalmente distintas: la de aquel es imaginación exacta. Por tanto, el móvil y el plano horizontal que Galileo concibe en su mente son figuras rigurosamente matemáticas. La materia histórica, por el contrario, no tiene nada en común con lo matemático. ¿Tendrá entonces que renunciar a ser construcción, es decir, una ciencia y declararse irremediablemente poesía?.
Sin entrar a desarrollar esta cuestión, lo que Ortega pretende es insinuar los presupuestos generales que hacen posible una historia verdaderamente cientítica. Por eso, él no comparte la tesis de uno de los grandes historiadores, Leopolde Ranke, que se opuso en las discusiones de su tiempo sobre la forma de ciencia histórica con estas palabras: "La historia se propone averiguar cómo efectivamente han pasado las cosas".
Para Ortega, estas palabras, conocida la polémica que las inspiraron, tienen un significado estúpido. "(Lo que ha pasado! (Lo que ha ocurrido o sido!" ¿Acaso se ocupa la historia de los eclipses que han ocurrido? Decididamente no. En la historia se trata de lo que le ha ocurrido o acaecido al hombre. Y es obvio que todo lo que acontece y pasa al hombre, le pasa y acontece en su vida, por lo que se convierte ipso facto en un hecho de vida humana.
Terminamos, que el verdadero ser, la realidad de ese hecho no es lo que éste como suceso bruto, aislado y por sí parezca tener, sino lo que signifique en la vida del hombre en general. En este sentido, un mismo hecho material tiene una realidad muy diversa según donde se inserte en la variedad de vidas humanas diferentes. Un hecho humano no es nunca un puro pasar o acaecer, es función de toda una vida humana individual o colectiva y pertenece a un organismo de hechos donde cada cual tiene su papel. La realidad del hecho, pues, no está en él mismo, sino en la unidad indivisa de cada vida.