Ecoteología 30


El bien común de la humanidad y de la tierra

1. La Tierra y la Humanidad, una única gran Entidad

Llegamo a un momento de la historia y de la conciencia humana en que vemos la urgencia de poner en el centro de nuestras preocupaciones colectivas la Vida, la Humanidad y la Tierra. Tierra y Humanidad forman una única y gran entidad. Ambas comparten un destino común. La Tierra está
insertada dentro de un vasto complejo cosmos en evolución.


Ella está viva, es la Madre Tierra que se autorregula, articulando, en un equilibrio sutil, lo físico, lo químico
y lo biológico de tal forma que se hace siempre propicia a la vida. Produjo, en su millonaria historia, toda una comunidad de vida única.

Desde dentro de esta comunidad de vida emergió la comunidad de la vida humana _la Humanidad_ como la parte
consciente e inteligente de la misma Tierra.

2. Los seres humanos, cuidadores de la Tierra

Pertenecemos todos a la Tierra. Ella no nos pertenece porque fue ella quien nos generó. Este sentimiento de pertenencia se fortalece cuando vivimos el cuidado para con ella, el respeto ante su inmensa biodiversidad, el parentesco con todos los seres vivos, la gratitud por todo lo que ella nos regala, la conciencia del lugar que nos ha reservado en el conjunto de los seres y la reverencia ante el misterio del Ser que ella suscita.

La misión señalada a los seres humanos es la de ser los guardianes y los cuidadores de su vitalidad y de su integridad. Pero, debido al excesivo consumo y despilfarro, la Tierra ha ultrapasado en mucho su capacidad de reposición de los bienes y servicios que nos brinda. Tenemos que ayudarla a rescatar su vitalidad e integridad.

Ahora llegamos a un momento crítico en que debemoe sumar
esfuerzos para garantizar el destino común y evitar que la crisis se transforme en una tragedia. Está en nuestras manos poner en marcha una visión compartida de valores y principios que funden otra forma de habitar este planeta, mediante otros modos de producir con sostenibilidad, de distribuir con equidad, de consumir con solidaridad, de conservar con celo la herencia natural y cultural que hemos recibido del pasado y garantizar el bien vivir de las presentes y fururas generaciones.

Por eso, tenemos que incluir en el contrato social planetario el contrato natural. La preservación de la naturaleza y de la Tierra son las precondiciones necesarias de todos los demás contratos e iniciativas humanas.

Ver: L. Boff, Lo esencial del Evangelio
Lo nuevo de la Ecoteología

Nueva Utopía 2011


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