Empresarios católicos
En una ocasión escuché decir a un católico relevante que la misión del empresario católico no es ser santo, sino vivir sobriamente y crear puestos de trabajo. Quien esto decía tenía más razón que un santo
A los grandes empresarios toda medida de liberalización(me refiero a la liberación como sistema económico o capitalismo) les parece poco. Tampoco los trabajadores quieren renunciar a su poder adquisitivo, para que haya más posibilidades de trabajo. Ni unos ni otros, sobre todo los primeros, creen en eso del reparto equitativo que tan necesario es en tiempos de crisis.El egoísmo sigue campando líbremente,
Y la Iglesia católica ¿con quién está? Yo diría que en su talante de vida y en su pensamiento, que es lo que cuenta, mayoritariamente, está más cerca de los empresarios que de los obreros. Con esta actitud le ha dado la vuelta al Evangelio, porque Jesucristo optó decidídamente por los últimos de la sociedad. Ella, por el contrario, ha optado por los primeros, quizá por eso de tener que condenar el marxismo.
No es de extrañar, pues, que los empresarios católicos enciendan una vela a Dios y otra al diablo. Por otra parte, la Iglesia se rige más por el dogma inmutable que por la radicalidad propia del Evangelio, a pesar de que hay una ingente masa de pobres en el mundo hoy. En España tenemos muchos chabolistas, gitanos, inmigrantes, parados etc. Ha aparecido, además, otra clase nueva de pobre que necesita que le paguen la hipoteca del piso, porque, si no, se queda sin él.
Es el fruto amargo de los excesos del capital acumulado en pocas manos, que la Iglesia debería condenar con más fuerza y frecuencia. Recientemente lo ha hecho el Cardenal Primado de Inglaterra y Gales, Comac Murphy O' Connor, diciendo: igual que el comunisno acabó con la caída del muro de Berlín en 1989, 2008 supone el final del capitalismo. Considera que la actual crisis económica representa la muerte del capitalismo.
Dice asimismo el jerarca católico inglés: aunque los líderes religiosos "no son normalmente economistas, no pueden hacer caso omiso de las terribles consecuencias humanas de las alzas y bajas de los indicadores económicos". Destacados líderes de la Iglesia anglicana han criticado también las recetas económicas aplicadas por el Gobierno laborista de Gordon Brawn frente a la crisis (RDEFE).
Oportuna e importunamente los cristianos, junto a la jerarquía, debemos denunciar los abusos del capital y propiciar leyes que no aminoren su responsabilidad de crear puestos de trabajo, aunque los beneficios sean menores en tiempo de crisis y sobtre todo no aprovechar ésta para despedir trabajadores. El cristianismo nos exige compartir solidariamente nuestros bienes. Sin esta solidaridad no hay cristianismo.
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"Los pobres no aparecen
por casualidad,
sino por causas
concretas".
"Lo primero que
que se recorta en los
presupuestos son
las prestaciones sociales".
(Alberto Reigada
Boletín Cáritas)
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A los grandes empresarios toda medida de liberalización(me refiero a la liberación como sistema económico o capitalismo) les parece poco. Tampoco los trabajadores quieren renunciar a su poder adquisitivo, para que haya más posibilidades de trabajo. Ni unos ni otros, sobre todo los primeros, creen en eso del reparto equitativo que tan necesario es en tiempos de crisis.El egoísmo sigue campando líbremente,
Y la Iglesia católica ¿con quién está? Yo diría que en su talante de vida y en su pensamiento, que es lo que cuenta, mayoritariamente, está más cerca de los empresarios que de los obreros. Con esta actitud le ha dado la vuelta al Evangelio, porque Jesucristo optó decidídamente por los últimos de la sociedad. Ella, por el contrario, ha optado por los primeros, quizá por eso de tener que condenar el marxismo.
No es de extrañar, pues, que los empresarios católicos enciendan una vela a Dios y otra al diablo. Por otra parte, la Iglesia se rige más por el dogma inmutable que por la radicalidad propia del Evangelio, a pesar de que hay una ingente masa de pobres en el mundo hoy. En España tenemos muchos chabolistas, gitanos, inmigrantes, parados etc. Ha aparecido, además, otra clase nueva de pobre que necesita que le paguen la hipoteca del piso, porque, si no, se queda sin él.
Es el fruto amargo de los excesos del capital acumulado en pocas manos, que la Iglesia debería condenar con más fuerza y frecuencia. Recientemente lo ha hecho el Cardenal Primado de Inglaterra y Gales, Comac Murphy O' Connor, diciendo: igual que el comunisno acabó con la caída del muro de Berlín en 1989, 2008 supone el final del capitalismo. Considera que la actual crisis económica representa la muerte del capitalismo.
Dice asimismo el jerarca católico inglés: aunque los líderes religiosos "no son normalmente economistas, no pueden hacer caso omiso de las terribles consecuencias humanas de las alzas y bajas de los indicadores económicos". Destacados líderes de la Iglesia anglicana han criticado también las recetas económicas aplicadas por el Gobierno laborista de Gordon Brawn frente a la crisis (RDEFE).
Oportuna e importunamente los cristianos, junto a la jerarquía, debemos denunciar los abusos del capital y propiciar leyes que no aminoren su responsabilidad de crear puestos de trabajo, aunque los beneficios sean menores en tiempo de crisis y sobtre todo no aprovechar ésta para despedir trabajadores. El cristianismo nos exige compartir solidariamente nuestros bienes. Sin esta solidaridad no hay cristianismo.
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"Los pobres no aparecen
por casualidad,
sino por causas
concretas".
"Lo primero que
que se recorta en los
presupuestos son
las prestaciones sociales".
(Alberto Reigada
Boletín Cáritas)
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