Encíclicas sociales -26

Pío XI



Quadragesimo anno
II. (Doctrina económica y social de la Iglesia

3. La redención del proletariado

(59) He aquí el fin que nuestro predecesor manifestó que debía conseguirse necesariamente: la redención del proletariado. Y esto debemos afirmarlo tanto más enérgicamente y repetirlo con tanta mayor insistencia cuanto que estos saludables mandatos del Pontífice fueron no pocas veces echados en olvido, ya como un estudiado silencio, ya por estimar que eran irrealizables, siendo así que no sólo pueden, sino que deben llevarse a la práctica.

Y no cabe decir que, por haber disminuido aquel pauperismo que León XIII veía en todos sus horrores, tales preceptos han perdido en nuestro tiempo su vigor y su sabiduría. Es cierto que ha mejorado y se ha hecho más equitativa la situación de los trabajadores, sobre todo en las naciones más cultas y populosas, en que los obreros no pueden ser considerados ya por igual afligidos por la miseria o padeciendo escasez.

Pero luego que las artes mecánicas y la industria del hombre han invadido extensas regiones, tanto en las llamadas tierras nuevas, cuanto en los regiones del Extremo Oriente, de tan antigua civilización, ha decrecido inmensamente el número de los proletrios necesitados, cuyos gemidos llegan desde la tierra al cielo;añádase a estos el número enorme de los asalariados rurales reducidos a las más ínfimas condiciones de vida y privados de toda esperanza de adquirir "algo vinculado con el suelo"(Rerum novarum 33)y, por tanto, si no se aplican los oportunos y eficaces remedios, condenados a la triste condición de proletarios.

(60) Y aun siendo muy verdad que la condición de proletario, debe distinguirse en rigor del pauperismo, no obstante, de un lado, la enorme masa de proletarios y, de otro, los fabulosos recursos de unos pocos sumamente ricos, constituyen argumento de mayor excepción de que las riquezas tan copiosamente producidas de esta época nuestra, llamada del "industrialismo", no se hallan rectamente distribuidas ni aplicadas con equidad a las distintas clases de hombres.

(El proletariado se resolverá con la propiedad familiar)

(61)Hay que esforzarse para que en el futuro se modere equitativamente la acumulación de riquezas en manos de los ricos, a fin de que se repartan también con la suficiente profusión entre los trabajadores, no para que estos se hagan remisos en el trabajo_pues que el hombre ha nacido para trabajar, como el ave para volar_ sino para que aumenten con el ahorro el patrimonio familiar, administrando prudentemente estos aumentados ingresos, puedan sostener más fácil y seguramente las cargas familiares y, liberados de la incierta fortuna de la vida, cuya inestabilidad tiene en constante inquietud a los proletarios, puedan no sólo soportar las vicisitudes de la existencia, sino también confiar en que, al abandonar este mundo, quedarán convenientemente provistos los que dejan tras de sí.

(62) Todo esto que proclama nuestro predecesor yo lo inculco más y más en esta nuestra encíclica, para llevarlo a su realización. Pues nadie podrá abrigar la convicción de que quepa defender eficazmente el orden público, la paz y la tranquilidad de la sociedad humana contra los promotores de la revolución...
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